Coincidiendo con el
70º aniversario de la liberación del campo de exterminio de
Auschwitz, muchos de los supervivientes de la barbarie han sido devueltos al lugar del olvido. Hoy no van tristes; tampoco reflejan miedo. En sus caras se observa la experiencia –muchos tienen más de 90 años- y el recuerdo de un pasado horrible.
Han cogido un autobús a
Auschwitz a primera hora. Acuden a aquel lugar donde hoy se conmemora el 70º aniversario de la liberación del campo de concentración por el E
jército Rojo. No han ido ni
Putin ni
Obama.
Es una oportunidad para contar su historia y honrar el recuerdo de los que no salieron por la puerta. No quieren que nadie se olvide de lo que ocurrió. Mientras su voz les acompañe, seguirán hablando de su experiencia, aunque las pesadillas cieguen todavía sus noches. "He dormido muy mal. Soñé que estaba en el campo. Fue horrible", reconoce
David Wisnia al llegar a
Auschwitz.
Ninguno de ellos ha podido borrar de su memoria lo ocurrido, aunque hayan intentado olvidar. "Es la única forma de seguir adelante", reconoce
Celina Biniaz (
Cracovia, 28 de mayo de 1931) en conversación con
EL MUNDO.
Celina fue trasladada cuando era pequeña junto con su madre al campo de concentración de
Auschwitz. "Era de psicópatas. Entrabas al campo y había una orquesta tocando. Ninguno sabíamos lo que pasaba allí; lo que parecía una entrada al cielo, se convertía en un traslado al infierno antes de que eligieran quién seguía vivo o quién era mandado a las cámaras de gas", explica la superviviente.
Biniaz recuerda el horror, los cuerpos entumecidos y la muerte, aunque ella y su madre, gracias a
Shindler, quien ordenó que fueran trasladadas a
Brunnlitz, sólo permanecieron allí unos meses. "Él me salvó la vida. Se lo agradeceré por siempre. Era un buen hombre. Incluso nos envió cartas después", defiende
Celina.
Ella fue una de las 1.100 jóvenes que salvó
Schindler. "Le gustaba ayudar a las familias. Sabía que era la única forma de que hubiese una siguiente generación", señala
Celina.
Nunca ha querido contar su historia; sólo se atrevió a partir de 1993 cuando
Steven Spielberg estrenó '
La lista de Shindler': "Él me dio voz. Pensé que la película era mi vida. Y a partir de entonces intento transmitir lo que viví. Pienso que es importante para que las próximas generaciones aprendan y evitar otro genocidio", culminó la superviviente.