Sorprendía
Emery en Getafe con un planteamiento cuanto menos extraño, nunca utilizado con anterioridad por el técnico vasco, al menos en los dos años que lleva en Nervión. Ya tiene acostumbrado el de Hondarribia a los sevillistas a cambiar de
dibujo para fortalecer el centro del campo cuando su equipo visita a los más poderosos de la Liga, pero abandonar tu identidad para medirse con el
Getafe... Como poco, sorprendente, aunque tuviese una justificación.
Es cierto que el Sevilla se presentaba en el Coliseum sin
Reyes,
Vitolo o Aleix
Vidal, bajas que mermaban cuantitativa y cualitativamente el potencial nervionense para jugar por fuera. Aun así, quedaba el recurso de
Deulofeu y
Denis Suárez, pero el discreto rendimiento de ambos en la vuelta copera parece haberles pasado factura. Por ello, Unai decidió juntar a
cuatro pivotes sobre la hierba, aunque, en la práctica,
Iborra volvió a actuar más cerca del área rival.
Hasta aquí, dado su bagaje, bien se merecía el vasco el beneficio de la duda. Pero, a los doce minutos, cuando se lesionó
M’Bia, ya se intuía de forma clara que el plan no estaba dando resultado. Y, en lugar de rectificar, ubicó a Coke en la medular para que todo siguiese igual (o parecido). Tampoco aprovechó el descanso para intentar variar el guion, ya con el marcador en contra. Y ni siquiera otro cambio obligado, por la lesión de
Aspas, le hizo dar su brazo a torcer.
Sinceramente, no entiendo esa tozudez, empecinándose en entrar por el centro y desdeñando las bandas. Más aún viendo a
Alexis Ruano vivir un plácido encuentro como lateral derecho, con la falta de cintura que todos le conocemos, sin que nadie le buscase las cosquillas. ¿Ni siquiera estaba Deulofeu para media hora? Pues, al parecer, no. Emery sólo rectificó al final, ya con 1-1, pero no se supo guardar ese punto que realmente, visto lo visto, tampoco era merecido.