Hacía falta. Los tres puntos valen igual que los que se esfumaron ante el Celta o Las Palmas. Pero doblegar al Barça, algo inédito hasta ayer para Emery, supone un impulso moral para todos: equipo y afición. Porque la ilusión veraniega se disipaba al mismo ritmo que el equipo acumulaba fiascos en un arranque plagado de dudas. El último de ellos, un decepcionante encuentro en Turín difícil de encajar. Se puede perder ante la Juventus, pero no de ese modo. Y también se puede caer frente al Barça. Pero con la casta y el coraje por bandera, como reza su himno. Por ello, el triunfo ante los azulgranas vale su peso en oro. Porque el equipo recuperó sus señas de identidad, con la intensidad que le caracteriza como premisa básica. Y remando todos juntos, esta victoria puede ser el punto de inflexión que regenere la confianza de un grupo demasiado ocupado en desmentir rumores
Fernando Mateos
