Calificaba Merino el encuentro de final. Hablaba del partido más importante desde su llegada. Aunque lo cierto es que se ha visto más apurado. Quizás quería concienciar el linense a los suyos de que con una victoria la salvación habría estado ya en el zurrón. Tranquilidad y tiempo para pensar en el futuro. Ese habría el premio. Pero este Betis parece empeñado, o destinado, a sufrir. No es que el colchón se haya visto reducido drásticamente.
La renta de seis puntos con el descenso sigue siendo importante. Pero ahora toca visitar el Calderón. Y de un equipo con tan poco fútbol, pese a tener un porterazo como Adán y un crack como Rubén, no hay que fiarse demasiado. Habrá que seguir sufriendo.