El uruguayo
Luis Suárez ha quedado libre de una condena que le ha dejado inactivo cuatro meses por morder a un rival. Liberado del castigo que le ha señalado como 'chico malo', este sábado pasa a ser un activo para el
Barcelona, que llega al
Santiago Bernabéu líder, y saldrá por delante del
Real Madrid en la clasificación sea cual sea el resultado.
Después de haber mordido en el cuello a
Otman Bakkal en un
Ajax-PSV en el 2010, tiempo después, y ya en el
Liverpool, hizo lo propio con el lateral
Branislav Ivanovic del
Chelsea, lo que le supuso 10 partidos de sanción. El colofón a sus desfases contra rivales llegó en el peor de los escenarios, un
Mundial, ante la mirada de millones de personas y sin sospechar de cómo se las gasta la
FIFA por mucho Luis Suárez que fuese.
Fue en el
Uruguay-Italia este pasado verano, cuando el 26 de junio en una disputa el por entonces aún jugador del Liverpool mordió al defensa
Giorgio Chiellini, acción que no le valió la expulsión pero sí una sanción que ha dejado mella en el jugador, quien a pesar de ver cómo su federación defendió la indefendible, no tuvo más remedio que pedir perdón y asumir su culpa.
En el Barcelona no se daba crédito a lo sucedido. A pesar de no haberse firmado aún el contrato, estaban todos los números pactados, hasta el punto de que el club catalán no supo echarse atrás ni rebajar ni un euro la llegada del uruguayo, a pesar de saber que no estaría a disposición de
Luis Enrique hasta el final de octubre.
Luis Suárez se ha convertido de uno de los fichajes más caros de del Barcelona, que pagó al Liverpool
81 millones de euros, cifra que podría ser la más elevada de la historia azulgrana, a la espera de que los números del contrato de Neymar se acaben de conocer debido al tránsito que están llevado por los tribunales.
Ya en Barcelona, Luis Suárez pasó a ser un apestado, después de que la FIFA le impidiese no sólo entrenarse con su nuevo equipo, sino tener cualquier vinculación pública con el fútbol. Un recurso al
TAS permitió a la entidad recuperarlo para los entrenamientos, alinearlo para los partidos amistosos, así como los de la selección charrúa y, sobre todo, ponerlo a disposición del entrenador para que trabajase con sus compañeros.
En cuatro meses, Luis Suárez ha participado en algunos bolos con su equipo (partidos de entrenamiento y algunos minutos en el trofeo
Joan Gamper) y con su selección, actividades muy alejadas del nivel competitivo que ofrece el calendario oficial de una temporada.
Es por este motivo que, aunque Luis Suárez pasa a convertirse en uno de los vértices del triángulo suramericano de la delantera del Barcelona, junto al argentino
Lionel Messi y al brasileño
Neymar Junior, su tarjeta de trabajo este año invita a pensar que no será el
Bernabéu el lugar donde se vaya a partir de la cara desde el primer minuto.
Luis Suárez está ansioso por debutar y en algunas de sus apariciones pública parece haber espiado ya su pecado de mordedor compulsivo, hecho que por ahora contenta a una entidad que ha hecho una inversión que no le ha reportado ni una sola alegría, por haberse quedado en el cuarto oscuro durante cuatro meses.
Una vez disponible, la incógnita ahora no es tanto el rendimiento de un jugador que en el mejor de los casos se puede hinchar a marcar goles con el Barcelona, sino ver cómo va a jugar el Barcelona con un delantero centro puro, experiencia no muy reconfortante en otras temporadas, en las que jugadores del mismo perfil tuvieron buenas actuaciones pero nunca cercanas a las expectativas creadas, como
David Villa o Zlatan Ibrahimovic.
Con Suárez llega un rematador nato, un jugador incansable que juega el límite y que dentro del área crea verdadero pánico a sus rivales. Tendrá como socios a dos fueras de serie, como son
Neymar y Messi, a los que se añade un caudal ofensivo desde el centro del campo que arranca con
Xavi, pasando por
Iniesta, Rakitic y Busquests, entre otros.
Su llegada obligará a algunas actualizaciones en la delantera, pues aunque se espera que rote y sus primeros partidos sean de puesta a punto, su alineación como fijo no se discute, algo que obligará a Luis Enrique a encajar una idea que ha defendido desde que llegó, como es la de dar minutos a jóvenes, como
Munir o Sandro, y no tan jóvenes, caso de
Pedro o Rafinha.
Luis Suárez es el duodécimo uruguayo que vestirá la camiseta del FC Barcelona. Antes llegó
Martín Cáceres, un central proveniente del
Villarreal, que no cuajó aunque al final se ha hecho con un lugar en el
Juventus.
El primer uruguayo que recaló en el Barcelona fue
Héctor Scarone, en el primer cuarto del siglo pasado, y le siguieron:
Enrique Fernández, Luis Prais, Ramón Villaverde, Dagoberto Moll, Alcides Silveira, Luis Cubilla, Eduardo Endériz, Julio César Benítez y Alfredo Amarilla. De todos ellos, Fernández fue jugador y después entrenador, mientras que Benítez murió siendo jugador azulgrana en 1968.