Sufrió una factura de tibia y peroné

Ramón Barroso (Antoniano): "A los que creían que no regresaría, aquí estoy"

Ramón Barroso (Antoniano): "A los que creían que no regresaría, aquí estoy"
Barroso presiona al alcalareño Carlos Salgado en la 11/12 - Carlos Vizcaíno
Carlos VizcaínoCarlos Vizcaíno3 min lectura
La historia deportiva de Ramón Barroso es la de un luchador, pero sobre todo, la de un enamorado del fútbol. No todos hubieran soportado en el balompié aficionado el calvario que ha padecido el barbateño.


Sin embargo, el zaguero ha regresado con más fuerza. "Los minutos del otro día (disputó los últimos doce ante el Coronil) son una recompensa. No quería que el árbitro pitara; luego fue muy emocionante porque mis compañeros corrieron a abrazarme. Tengo claro que no voy a ser igual, sino mejor", declaró este luchador, que tenía claro que iba a volver a pisar un terreno de juego: "He cumplido 27 años y desde primera hora tenía claro que quería volver a jugar, aunque me ha costado. No todos hacen este sacrificio".


El calvario de este lateral derecho que militó siete temporadas en la cantera del Betis (desde los quince años) comenzó el 29 de enero de 2012, en un Antoniano-San Roque. "En ese partido me partí el pómulo, me recuperé y jugué el último encuentro ante el Recreativo B", manifestó, marchándose de vacaciones sin saber que a la vuelta el destino le tenía preparada una desgracia: "En la segunda semana de pretemporada, en un entrenamiento, sufrí una fractura de tibia y peroné (pierna derecha) en un lance con un juvenil. Como suele pasar en estos casos, fue mala suerte, una desgracia. Desde entonces, hasta hoy".


Ramón Barroso fue intervenido con éxito el 3 de agosto de aquel año (2012) por el afamado doctor Castilla en Valme, pero los problemas llegaron con la rehabilitación. "En un principio, no fui por la Mutua y estuve cuatro meses sin hacer rehabilitación, sin mover la pierna", describió. Luego, a inicios de 2013, se puso en contacto con la Mutua, comenzando la recuperación específica de la pierna. "Me vino muy bien porque estaba cojo y empecé a andar en tres semanas. A raíz de ahí, me apunté a un centro de medicina deportiva aquí en Lebrija, donde me he terminado de recuperar", dijo.


No obstante, su calvario no quedó ahí, ya que en verano sufrió una recaída. "Tuve que parar otros tres meses por una fisura en la tibia", recuerda, aunque ahora, al fin, respira tranquilo: "A la vuelta de las vacaciones de Navidad sufrí un gran cambio. A los que creían que no regresaría, aquí estoy; no he vuelto igual, sino mejor. Agradezco al Antoniano la confianza que ha tenido en mí; ya ha pasado todo".
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