Seis meses justos es lo que va desde el
7 de octubre al
7 de abril, un periodo de tiempo que Francisco
Úbeda Arroyo no va a olvidar nunca. Aquel día de otoño el central del
Écija era operado de una
rotura de ligamentos de su rodilla derecha, dando así inicio a un proceso de recuperación que tuvo ayer su punto final con el alta médica del doctor Daniel Cansino Muñoz en el Hospital Quirón Sagrado Corazón de Sevilla, mismos galeno y centro de aquella intervención.
“Estoy muy
contento, la verdad. Esta semana sería precipitado jugar en
Algeciras, pero para la próxima, ante el
Guadalcacín, estaría disponible si el entrenador quiere”, comenta Úbeda, que ayer atendió a la llamada de ESTADIO poco después de saber que ya está apto clínicamente para jugar al fútbol. El teléfono le sonó en la
Universidad Pablo de Olavide, donde encara la recta final del grado de
Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Le restan pocas asignaturas, si bien la más dura la ha tenido en los terrenos de juego, pero que ha podido y sabido aprobar.
“Ha sido muy duro. Si me preguntan por una lesión, no creo que haya una más dura para un futbolista como esta. Tenía que ser fuerte, o la lesión podía conmigo, así que desde el primer momento me mentalicé de que sería duro. Hemos ido pasito a pasito, y sin dar ninguno hacia atrás”, explica el defensa sobre ese periodo de seis meses en el que el preparador físico
José Luis Andújar ‘Koeman’ “ha hecho un trabajo impresionante”, y donde los madrugones, el frío y el trabajo en solitario han sido el día a día de Úbeda: “Iba todas las mañanas a
Cañada Rosal, que está a 15 kilómetros de Écija, y allí hacía dobles sesiones de trabajo y piscina con
Koeman, y también con Juanma, otro fisio que se ha portado muy bien conmigo, así como mis padres, mi novia, la afición y el club, que siempre me han apoyado”. Incluso el
Sevilla, donde se crio futbolísticamente el jugador: “Me ofreció la ciudad deportiva para que trabajara allí”.
Conocedor del alcance de su lesión el día después de producirse en
Arcos de la Frontera al realizar un “mal giro de rodilla” (“escuché el ‘clac’”, dice el protagonista”), el percance no ha hecho más que fortalecer al futbolista “físicamente, pero también psicológicamente”. Y es que, a pesar de su juventud, Úbeda derrocha experiencia, y desde la misma hace un balance de cómo ha visto la temporada de su equipo desde fuera: “En verano las cosas se hicieron muy rápido, pero luego la situación se ha ido estabilizando y se está viendo el potencial del equipo. Por todo lo que pasó el año pasado, con el club cerca de desaparecer, el objetivo era la permanencia y se ha conseguido. El próximo hará falta un proyecto que devuelva al
Écija a la categoría que merece”.