Hay quien dice que un buen portero debe tener cierto punto de locura. Para
Antonio García, quien lo entrena también debe poeerlo. A sus 34 años, este castillejano residente en La Algaba se ha convertido recientemente en uno de los 34 técnicos españoles que han conseguido la
´UEFA Goalkeeper A Licence´, la máxima titulación de entrenador de porteros a nivel continental, y que también posee
José Manuel Romero, que ejerce en la cantera del
Sevilla. Son los dos únicos sevillanos que la tienen, algo que, como García dice, cuesta tanto "como un máster universitario". "Mucho dinero, mucho esfuerzo, muchos viajes a Madrid, haciendo noches allí incluso, dos años y medio de estudios, prácticas, trabajos, vídeos... pero ya tengo el ´apto´ y merece la pena. Es la primera vez que se hace este curso en España y me ha servido de mucho. Es un curso que te abre los ojos", comenta el técnico, que se lió "la manta a la cabeza" en 2014 para formar parte de la primera promoción de entrenadores de porteros españoles con
licencia UEFA, y tras haber pertenecido a la séptima a nivel nacional: "Es un avance muy grande para quienes nos dedicamos a esto, porque así nos podemos mover por Europa sin problemas".
De momento, y como ha ocurrido en los dos últimos años, es el
Gerena quien disfruta de los servicios de
Antonio García, que llegó al conjunto minero de la mano de
José Juan Romero. "Sé que tarde o temprano me llegará la oportunidad de salir. Este verano me han llegado ofrecimientos para irme a otros equipos, pero preferí quedarme", apunta el preparador, que admite que
Guille y
Pedro (exporteros del equipo gerenense) le fueron "de mucha ayuda" en sus trabajos y estudios para obtener la licencia: "En el fútbol modesto hay grandísimos porteros. Me gustan mucho
Juan (Algabeño),
Isco Suárez (Coria),
Fran y
Zamora (San Fernando...). Les pasa como a
Iker Casillas, que no necesitan ser muy altos para destacar bajo los palos".
Antonio García, que colgó los guantes en Lepe tras haber defendido las porterías de
Castilleja,
Tomares,
Nueva Sevilla o
Bormjuos, combina su faceta de entrenador de porteros con la organización de campus y clínics, siempre dirigidos a los guardametas, según él, "la posición que más sufre en el fútbol", y cuyo mayor defecto "es lo que le cuesta asumir un fallo propio". Curiosamente, para García, la mayor virtud de un cancerbero es justamente lo contrario: "Que sepa rehacerse rápidamente del fallo".