Club José Manuel Egea: Una escuela con el as de espadas

En octubre de 1984 José Manuel Egea emprendió la aventura como técnico deportivo al fundar el club de esgrima Julio César, formado principalmente por alumnos del colegio que lleva este nombre. La experiencia reunida durante tantos años como deportista de elite le hizo valedor de una excelente cantera que, en las modalidades de espada masculina y florete femenino, comenzó a hacerse notar en la ciudad de Sevilla. Tras la brillante actuación de la categoría cadete en el Campeonato de España, el club fue invitado por la Federación Portuguesa a participar en un torneo internacional, en el que se reafirmó el buen momento de los tiradores. A partir de entonces el club de esgrima Julio César se afianza como entidad puntera de Andalucía. Tras tantos éxitos, el 17 de diciembre tiene lugar un fatídico accidente a la vuelta de los Campeonatos de España, provocando una mancha negra en el entorno de esta modalidad deportiva. Perdieron la vida su fundador y su hijo (José Manuel Egea de Sedas). A partir de ese momento se decidió cambiar el nombre del club al actual, club de esgrima José Manuel Egea. El primer maestro fue Antonio Egea, que preparó los cimientos para una nueva etapa y fortaleció los valores que su hermano José Manuel había desarrollado durante los años anteriores.

En 1990 Egea decidió dar por terminada su labor y pasó el testigo al maestro Salvador Pila, sobrino de los maestros José Manuel y Antonio Egea y actual entrenador en dicha escuela. Desde 1990 hasta la actualidad grandes logros se han conseguido en el panorama del esgrima y grandes cambios se han realizado. Dentro de los méritos más destacados cabe remarcar a más de una veintena de tiradores del club que han vestido los colores de la selección española.

En el año 2007, un nuevo cambio se introdujo en el seno del club y es que éste era trasladado del Palacio de los Bucarelli (sede durante 23 años) a la calle Fray Diego de Cádiz, lugar del actual ‘cuartel general’. Este deporte se caracteriza primordialmente por tres modalidades como son el florete, donde cada tirador sólo puede tocar el tronco y parte de la barbada de la careta del tirador contrario, resultando por lo tanto no válido el tocado en las extremidades o la cabeza; la espada, otra modalidad de este deporte donde está permitido todo el cuerpo; y, finalmente, el sable, donde se considera apto el tocado de cintura para arriba. “Por lo general, en todas las armas se compite en una pista de 14 metros de largo por dos de ancho”, aclaró Pila, técnico de la escuela de esgrima. Además con respecto al club aseguró que “hay un porcentaje alto de alumnos inscritos. Este año nuestra escuela cuenta con 80 deportistas , además hay que sumarle los 300 de las escuelas de los colegios Buen Pastor y St. Mary’s School”. Finalmente, en lo referente a los proyectos de futuro, Pila afirmó que “su principal objetivo es seguir disfrutando de este deporte como hasta ahora”. Por otro lado, explicó que, “al igual que cualquier otro sector, este deporte también se está viendo influenciado por la crisis”.

Los socios, el motor

El sostén del club recae mayormente en los socios, ellos son el pilar fundamental de dicha escuela. De esta manera, en lo referente a la forma de financiación, su coordinador, Salvador Pila, aclara que “todo corre a cargo de los socios, ya que, al no contar con patrocinadores, los familiares se involucran en ocasiones para los desplazamientos”. Las salidas que realiza el club durante cada temporada son tanto a nivel regional, como nacional e internacional. Además, remarca Pila, “recibimos una subvención por parte del Ayuntamiento, lo cual es un desahogo importante para nuestra entidad”.

Las reglas

1. Pisar fuera de los límites posteriores de la banda le da un toque al oponente.

2. Los combates en las poules son a cinco tocados o tres minutos en caso de que no se llegue.

3. Si un tirador muestra conductas antideportivas, se procederá a su descalificación.

4. Los combates de eliminación directa son a 15 tocados en tres tiempos de tres minutos.

Una indumentaria un tanto peculiar y con matices según la modalidad

A pesar de ser una práctica relativamente segura, al no contar con armas peligrosas, la esgrima requiere de una indumentaria que salvaguarde la integridad de sus participantes, sin restarle agilidad a sus movimientos. Este vestuario viene marcado por la modalidad a la que se pertenece. En general se utilizan unas zapatillas con taloneras, acompañadas de unas medias blancas y ceñidas. Los pantalones son bastante ajustados por debajo de las rodillas. El tronco y los brazos van cubiertos por una chaquetilla, que se cierra por detrás o por los costados.

Finalmente, debajo de la parte inferior de la chaquetilla, se coloca un peto, que sirve como protección adicional, un guante y en definitiva una careta que garantiza seguridad a los tiradores.