El verano promete. Aún no ha llegado y ya se adivina movidito en la orilla que da a Heliópolis. El Betis tiene una plantilla entera que configurar, debe atar muchos cabos, dar muchas puntadas y recortar muchos flecos antes de que arranque la pretemporada. Movimientos hay, pero ninguno concreto. Tanto es así que parece que no se hará nada hasta que no se confirme la llegada del director deportivo. Lógico.
El problema es que el elegido tiene un auténtico marrón encima. Ayer publicaban en un medio de Mallorca que Serra Ferrer podría tener apalabrada ya la venta de su paquete de acciones. Sin embargo, sería una operación condicionada a la permanencia del Mallorca en Segunda. Un presumible descenso mandaría al traste el hipotético acuerdo. Por tanto, hasta que no acabe la temporada (quedan dos jornadas) no se cerraría nada.
Dos semanas más sin que el Betis puede anunciar su director deportivo. El tiempo corre y urge comenzar a tomar decisiones. Decisiones que, sin el máximo responsable del área deportiva en posesión de su cargo, nadie se atreve a tomar, aunque Alexis tenga mando en plaza y esté adelantando trabajo hablando con los jugadores, escuchando ofrecimientos y haciendo una primera criba en la selección de los perfiles.
Pero está todo tan en el aire, toda tan por definir. Y lo más preocupante de todo: se confía todo a la (hipotética) venta de las acciones de Serra. No es la primera vez que en la isla se habla de una posible marcha del de Sa Pobla, que está atado por una sindicación de sus acciones a Biel Cerdá. Allí hablan del eterno cuento del lobo y mientras, en Sevilla, espera que te espera, con todo por hacer y con una aparente ausencia de Plan B.
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