Aseguran quienes firmaron el pacto con
Bitton Sport para la compra del 51% de sus acciones hace ahora diez días que ese acuerdo va a suponer la paz social y la estabilidad institucional en el club, un paso histórico que acerca al Betis a la grandeza que se le exige para estar a la altura de su afición. Pero esa presunta tranquilidad en los despacho se tiene que traducir en certeras decisiones en el plano deportivo, donde en los últimos años el porcentaje de fracasos frente al de aciertos es alarmantemente superior.
La intervención del club, las continuas guerras internas y externas y la sucesión de presidentes, directores deportivos y entrenadores de los últimos años ha terminado por distraer la atención de lo realmente importante, relajar el nivel de exigencia y abocar al equipo a un conformismo casi enfermizo que le ha hundido en la mediocridad.
El bético de a pie está harto de promesas, de palabras grandilocuentes que se pierden por el camino entre tantos intereses ajenos al equipo, y el aguante está llegando a su límite.
Por eso
Haro y Catalán se la juegan más que nunca. Ellos de momentos son los únicos beneficiados de este pacto de estabilidad, puesto que de un plumazo han conseguido
apartar a Lopera y Oliver de su camino. Pero, si los beneficios se limitan única y exclusivamente a ellos estaremos ante otra gran decepción para los aficionados. Desde su recién estrenada posición de privilegio están obligados a construir un equipo competitivo sin margen de error alguno. El paraguas de la inestabilidad ya no les vale.
Isabel Morales
