El Sevilla de
Emery ha tenido con frecuencia un estilo, una forma reconocible de juego que le ha dado muchos puntos y que le ha llevado, incluso, a ganar un título europeo. Con mejores jugadores este año, la puesta en escena ha mejorado considerablemente, alcanzando momentos brillantes que han despertado una gran ilusión en la grada. Especialmente espectaculares resultaron los diez primeros minutos de juego ante el
Feyenoord: intensidad defensiva, velocidad en la transición, apoyos constantes... un fútbol con el que disfrutaron los jugadores y, por extensión, los aficionados.
En el
Calderón se rompió el encanto. Emery, que ya el año pasado tuvo varios ‘gatillazos’, inventó. Y con el invento llegó el desencanto. Una vez más se demostró que el miedo y renunciar a la posesión y al ataque no garantizan mejores guarismos en defensa, más bien todo lo contrario.
Seguramente
Emery habrá tomado nota de sus errores en el planteamiento inicial y es muy probable que del Calderón salga un mejor entrenador que se limite a mantener lo que funciona, que logre reaccionar a tiempo a una apuesta sin sentido y que sepa después encajar públicamente la
derrota para transformarla en posterior energía positiva para su equipo.
Con
Carriço ejerciendo de líder en la zaga -ya se le echó en falta ante la Real-; con
Denis Suárez en el centro del campo para ganar posesión y conexión con
Bacca, descolgado y amargado en su inútil y solitaria pelea; y con la línea defensiva más adelantada, tal vez el Sevilla habría perdido igual, pero al menos lo habría hecho con personalidad, compitiendo con opciones, con ese estilo definido de Emery que no todos comparten pero que casi todos aceptan cuando el
Sevilla gana, y que a nadie gusta cuando el Sevilla pierde.
Estadio Deportivo
