En el vestuario del Betis, según Adán, “hay 25 tíos que están a muerte con su entrenador”. Suena fenomenal. Cualquiera que lo escuche fuera de contexto podría pensar que
el vestuario del Betis es una piña, que todos reman en la misma dirección y que Julio Velázquez, finalmente, seguirá siendo el hombre llamado a devolver al Betis a la categoría que merece.
Sin embargo,
que Adán defienda públicamente a Julio Velázquez de nada le va a servir a un entrenador amortizado por varios motivos.
Primero, porque
rara vez los futbolistas no han apoyado públicamente a quien les dirige. Segundo, porque sobre la conciencia de Adán pesa el haber forzado el despido de Quique Burgos, ex preparador de porteros, amigo y hombre de confianza de Velázquez hasta que Adán dijo que su bajo rendimiento se debía a los pésimos entrenamientos que recibía. ¿Favor debido y pagado? Tercero, porque si después de ganar al Lugo el 80 % de la afición veía necesario el despido de Velázquez (así lo reflejaba, por ejemplo, la encuesta en la web de ED), ¿qué respaldo social le queda ahora tras perder en Leganés y distanciarse aún más del ascenso?
Cuarto, porque si según Adán la plantilla del Betis es “la mejor de Segunda división”,
deducimos que no funciona por culpa de su entrenador.
Y quinto porque
Velázquez ya no sirve de escudo a los que gobiernan. El plebiscito del sábado será para el técnico y para los que mandan, cada día más acorralados por una afición que ha subido el listón de exigencia a unos señores que llevan al Betis a la deriva. Salvo milagro futbolístico, al ritmo que va la cosa ni Alexis, trabajador pero errado en sus decisiones -no debió traer a Velázquez y ya debería tener a su sustituto en el banquillo- se va a salvar de la quema.
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