Minuto uno

Tres soluciones para el ´problema Macià´

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
4 min lectura
Tres soluciones para el ´problema Macià´
- Joaquín Adorna (28/01/2016)
Macià trabaja sin prisas, no son buenas consejeras, pensará. Ha impuesto el ritmo propio de quien no ha perdido la perspectiva de su contrato de cuatro años. Habló de evolución en su presentación, descartó revolución alguna, y en ese concepto se mueve. Lo tiene claro. Las evoluciones requieren un lento proceso que choca, sin embargo, con la premura y la exigencia a la que está sometido el Betis, cuyos directivos se entregaron ciegamente a sus iniciales encantos.

En otra etapa, quizás Macià habría puesto en marcha su lento plan sin que en el ambiente se palpara el permanente estado de crispación que azota al club. Pero en el Betis actual se necesitan profesionales que empaticen con la urgencia de la entidad, y Macià no se ha enterado de esta parte de la película. El reloj de Pepe Mel, por ejemplo, iba también a mayor velocidad que el del director deportivo. En ese punto empezó, seguramente, el desencuentro entre ambos, el posterior desencanto del técnico y su lamentable desidia a la hora de ejercer el mando en el vestuario.

Mel quería fichajes que llegaran pronto en el mercado invernal, que conocieran la Liga española para no tener problemas de adaptación y que ofrecieran rendimiento inmediato. Y el Betis, por extensión, se supone que también. El día 29, mañana viernes, acababa el plazo inicial para fichar, ampliado finalmente por FIFA a la medianoche del 1 de febrero, tres días más. ¿Y qué ha llegado al Betis? El filial se ha reforzado convenientemente, pero para el primer equipo ha llegado un delantero brasileño, que lleva varios meses sin jugar, que no conoce la Liga española, que da su primer salto a Europa y que, para colmo, viene con problemas judiciales. Un desastre. ¿Rendimiento inmediato? Cuando empiece a coger la forma, si finalmente ficha, está la Liga casi acabada: 17 partidos le quedan a un campeonato que finaliza a mediados de mayo. Al menos sigue Molina, quien lleva dentro, y puede sacarlo en cualquier momento, fútbol y goles.

No he sido especialmente crítico con Macià, porque entendía la dificultad del arranque de su proyecto, pero empezó a trabajar para el Betis el 1 de mayo del 2015. Ocho meses después, abierto el mercado invernal, debería tener más que perfiladas las salidas de los futbolistas que no cuentan (ha colocado a tres, es cierto) y, sobre todo, varias opciones para cada demarcación del equipo, incluido el de un entrenador que habría evitado la arriesgada apuesta por un técnico interino.

Pinta mal. Cojea el director deportivo, un pilar esencial en la estructura del club. Se esperaba mucho más del cotizado Macià, de su previsión, de su planificación y de sus métodos de trabajo. El día 15 aún no había iniciado ninguna gestión para reforzar el plantel. Con las carencias que se perciben, inaceptable parsimonia. Tres opciones tiene la comisión ejecutiva: exigirle la diligencia con la que debe moverse todo el club; aceptarle con sus defectos; o preparar una drásticas solución para una errónea apuesta de cuatro temporadas.
Unete a nuestro canal de Whatsapp Únete a nuestro canal de Telegram