A otra final por la puerta grande. Haciendo disfrutar a los suyos en otra noche inolvidable. Ni los más optimistas habrían firmado tan histórica goleada. Mucho menos después de dos momentos cruciales: el penalti fallado por
Gameiro y el extraño afán de protagonismo de
Clos Gómez, perdonando la segunda amarilla a
Wass y amonestando rigurosamente a
Krohn-Dehli en la siguiente jugada.
Dos momentos en los que más de uno pensó que era la Copa de un
Celta que emociona con su fútbol y que lleva quince años esperando otra final. Pero no. No era el caso. Por dos razones. Primero porque la afición volvió a dar la talla, cumplió con su parte. Segundo, porque cuando este
Sevilla huele a final... devora. Mata por jugarla. Y ahí, gran parte del mérito debemos atribuírselo a
Unai Emery, que ya podrá disputar la final que faltaba en su currículum.
Ni en la pájara antes de llegar al tramo final de la segunda mitad, con Kolo haciendo una de las suyas -mereció un gol indulgente en sus dos cabezazos-, encontró el Celta un gol esperanzador.
Emery aprende de cada encuentro, de cada acción, de cada circunstancia que rodea a su vestuario, y logró poner en escena a un
Sevilla agresivo, intenso y con las ideas muy claras tanto en ataque como en defensa. Quiso tapar
Berizzo la magia de
Banega, y lo consiguió por momentos, pero Unai le ganó la partida en la pizarra.
Banega creaba espacios arrastrando marcadores y a la salida del balón acudían
Krohn-Dehli,
Cristóforo,
N'Zonzi y hasta
Vitolo, con más dificultades al recibir de espaldas. Contó Unai, desde luego, con la movilidad, el dinamismo y el acierto de los suyos. En las que tuvo Banega, delicias. Caricias al balón y pases que sólo ven los elegidos.
Gameiro se ganó el perdón por el penalti fallado con dos golazos, aunque su trabajo ya le da para ofrecerle permanente pleitesía.
Rami es un bicho. Si además mete goles, monumental. Y
Krohn-Dehli, un futbolista total que también encontró el premio del gol en un partidazo para enmarcar. Las luces, más luces, que sombras de
Sergio Rico,
Coke o
Vitolo. El corazón de
Cristóforo. El crecimiento de
N'Zonzi -ya se ha ganado a la grada-. La regularidad y calidad de
Trémoulinas. Y el 'Maestro'
Unai Emery.
Un día le dedicamos una portada con ese titular y la recordó cuando todos le criticábamos en este arranque de temporada. No soy de
Unai, decimos todos en las derrotas, porque acula al equipo, no juega como el
Sevilla arrollador en los títulos de Juande. Pero como su fútbol siempre gana, incluso al equipo que ha dejado en la cuneta brillantemente al sólido
Atlético del elogiado
Simeone, no hay más que rendirse a la evidencia. Hasta los
Biris acabaron coreando su nombre.