Mucho antes de que naciera
Twitter o Instagram, ya percibía en la gente la firme y peligrosa tendencia a pensar y manifestarse sin mayor percepción que el concepto visual y el breve texto de imágenes y titulares. Desde hace muchos años, el método no es nuevo -quizás empezó a ponerlo de moda la comodidad de la televisión-, no leemos los porqués, ni la letra pequeña, ni la reflexión que nos hace madurar una opinión y que, en muchos casos, nos convierte en personas más razonables, flexibles y receptivas. Si a lo anterior le añadimos la falta de tiempo o el desencanto de unos jóvenes que ven el futuro con pan duro y a una clase política especialista en crear sistemas para robar dinero público, entre otras muchas cosas, quizás entendamos la radicalidad que genera cualquier titular en una red social. Ocurrió ayer, sin ir más lejos, con el color de la camiseta 'verdirrosa' que el Betis lucirá en homenaje a las mujeres el próximo domingo ante el Granada. Recibió calificativos despectivos de todo tipo y algún elogio que ejercía al mismo tiempo de defensa de una causa justa. Para empezar, cualquier iniciativa que tome un club en favor de sus aficionados merece ser reconocida. También, y si me apuran con más razón, si va dirigida a sus aficionadas, a las mujeres, sencillamente porque ellas han llegado más tarde al mundo del fútbol y son necesarias medidas que favorezcan su participación y la integración en tan maravilloso espectáculo. La
'Semana de la Mujer Bética' que el Betis organiza en los últimos años tiene muchas buenas intenciones que están quedando tapadas por lo anecdótico. Si tuviera que votar, votaría en contra de la modificación de los escudos de los clubes, y de sus colores. Son importantes señas de identidad que pueden y deben evolucionar, por supuesto, pero que se han puesto en exceso al servicio de las ventas y del marketing en los últimos años y se han superado límites que han convertido en irreconocibles a muchos equipos.
Los cambios son necesarios, obvio. El atrevimiento, a veces, también. Y el
Betis ha optado por esas dos opciones en homenaje a sus aficionadas. El fin es tan noble que justifica los medios. A quien no le guste el diseño de la camiseta tiene todo el derecho a expresarlo, pero no está de más recordar que tras lo estético hay un trabajo con otras iniciativas en favor de la mujer -mesa redonda sobre el deporte femenino de élite, mujeres en el palco, niñas saltando al campo con los jugadores, precios reducidos en servicios- y un profundo mensaje que nos convierte en ciudadanos más respetables y educados. Eso sí, para captarlo hay que leer y ver algo más que no se encuentra en la superficialidad de la foto y el titular.
Joaquín Adorna
