Oficialidad al oficioso adiós cantado 'sottovocce' de
Eduardo Macià. Toda Sevilla sabía que no seguía. Intencionado o no, la nueva derrota ante el eterno rival se cobra una víctima que centra el debate post-derbi. Mejor así por dos razones. Primero, porque los béticos dejan de hurgar en la herida de un descalabro que ya es triste parte del pasado; y segundo, porque el problema del
Betis es mucho más profundo que las circunstanciales derrotas ante el
Sevilla, aunque hayan sido reiteradas, consecutivas y, lo que es más grave, humillante en algún caso.
El despido de
Macià abre el debate en torno a su contratación y las consecuencias de la misma, y a otros factores que permiten sacar conclusiones en busca de un mejor futuro.
¿Se equivocaron en el club fichando a Macià? Obviamente, sí. ¿Aciertan
Haro y
Catalán no haciendo públicos los motivos del despido, comunicados cara a cara a Macià? Por supuesto. Haro decía ayer que es una decisión "impopular", quizás porque los béticos no conocen todos los datos que ellos manejan: el ridículo en el no fichaje de
Juande o la extraña operación
Damiao, detonante último de la pérdida de confianza. Pero para eso están, para tomar decisiones valientes y soportar las críticas dejando a la institución a la altura que merece.
¿Se le debió fichar por 4 años y con plena libertad? Pues no, porque la salida es negociada pero, al final, los miles de euros del finiquito los pagará el
Betis y, por tanto, los béticos. Además, porque deja una herencia gravosa: contratos largos y altos a jugadores veteranos, y pocas opciones para un traspaso millonario. Adiós a
Macià y, posiblemente, tres años y uno más opcional a
Miguel Torrecilla. Esperemos que hayan afinado en el proceso de selección para dar continuidad a la enésima apuesta deportiva... ¿con la lección aprendida?
Joaquín Adorna
