Minuto Uno (Opinión)

La sal que pide Víctor

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
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La sal que pide Víctor
- Joaquín Adorna
Tiene toda la razón el entrenador del Betis: "El halago debilita. Nos gusta la sal más que el azúcar". Dos frases distintas para un mismo concepto. Las dos llevan años dando vueltas por los vestuarios del fútbol nacional, y supongo que por los de medio mundo. La primera, el halago debilita, ya la utilizaba una noche sí y otra también José María García en su programa nocturno, ese de auténtico periodismo que obligaba a las redacciones de toda España a no cerrar ediciones hasta escuchar el arranque de 'Supergarcía'. El azúcar lo puso de moda por estas tierras Joaquín Caparrós, que me perdone su impulsor si no le corresponde la autoría. En todo caso, repitió tanto su rechazo a la dulce crítica que uno escucha la palabra azúcar y se le viene automáticamente a la mente el técnico de Utrera. No es nada original lo que ha comentado Víctor Sánchez del Amo, poco importa. A él no le pagan por inventar magníficas frases lapidarias para la posteridad. Tampoco a quienes han aparcado la vida real para sumirse en la locura diaria de intentar juntar los mejores 140 caracteres, y alguna imagen de aliño llegado el caso, para sorprender al mundo.

Víctor no tiene nada que inventar en sus comparecencias públicas en las ruedas de prensa, porque él sólo seguirá cobrando si gana partidos. Si para ganar le viene bien pedir sal y no azúcar, estupendo, por antigüito que parezca el concepto. Basta un mínimo ejercicio de realismo para tomar consciencia de que el Betis sigue estando lejísimos de lo que su afición demanda. Víctor lo sabe y también sabe, porque lo ha sufrido en sus carnes en su época de jugador y en su nueva etapa como entrenador, que las loas, los aplausos fáciles, los vítores a un equipo con carencias muy evidentes pueden frenar una dinámica de trabajo que va en línea ascendente. El Betis de Víctor ganó a Las Palmas (2-0), pero dejó de competir en Eibar al primer contratiempo que tuvo; no supo cerrar frente al Celta un partido que debió ganar; y no mostró continuidad en su buen arrope defensivo ante el Athletic de Bilbao. Resulta muy conveniente aceptar esa crítica constructiva y no edulcorar las amargas realidades.

Las verdades que ayudan a crecer a una persona, a un equipo, están ahí, todos tenemos acceso a las mismas de una u otra forma. Pero no todos tenemos la inteligencia y la constancia para activar la voluntad con la que interiorizar, hacer propio y ejecutar lo bueno que escuchamos, leemos o vemos. El mensaje de Víctor es necesario porque el Betis no ha hecho nada aún reseñable esta temporada. En la Copa del Rey, debe hacer bueno el triunfo por la mínima en Riazor. En Liga, empieza a transmitir buenas sensaciones como bloque, pero no está dentro del objetivo de la décima plaza y está por ver si lo logrará antes de que concluya la primera vuelta (le quedan Alavés hoy y, ya en el 2017, Leganés en casa, Atlético en el Calderón y Sporting de nuevo en el Villamarín). También hay que esperar para ver si el rendimiento que ofrece le da para ilusionar realmente a los suyos. ¿Hay alguien plenamente convencido de que hoy el Betis enduzará el fin de semana a su afición?

Como he escuchado a algún buen aficionado bético, el Betis no puede hacerse grande hasta que no convierta la victoria en una circunstancia cotidiana. El fin último de la entidad debe ser convertir en normalidad el hecho de ganar. Si lo logra, irá llegando todo lo demás. Con su pizca de sal y de azúcar.
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