Raro es encontrar un árbitro cuyos números no sean favorables al
Madrid -y al
Barcelona, el otro poderoso-. Seguramente porque siempre ha tenido el mayor de los presupuestos, los mejores jugadores y, por consiguiente, gana más que pierde antes sus rivales.
Mateu Lahoz no es una excepción. En los 28 partidos que le ha dirigido, el Madrid ha ganado 21, ha empatado 3 y tan sólo ha perdido 4. El
Sevilla, en cambio, ha perdido 8 de los 21 que le ha pitado el colegiado valenciano, mientras que ha ganado 11 y ha empatado 2. El porcentaje de victorias cae claramente en la balanza madridista, un 75% contra un 52%.
Muy lógico teniendo en cuenta lo expuesto en el arranque de esta opinión. Tal vez analizando con cierta objetividad cada partido, profundizando hasta los últimos detalles, se desmonte la sensación generalizada que se tiene en
Sevilla y que tan bien describió aquella famosa pancarta mostrada hace años en el
Sánchez Pizjuán, cuando el
Madrid cumplía su centenario en el 2002: "Cien años robando".
Conviene no dar crédito a mensajes generales y radicalizados porque encienden con una facilidad pasmosa la llama de la violencia y en nada ayudan a fomentar la cultura deportiva al encajar posibles derrotas. Lamentablemente, nos queda mucho por aprender porque sigue latiendo la sospecha. Se perciben los temores a que
Mateu Lahoz participe en la ayuda que puede necesitar un
Madrid con las bajas de
Cristiano,
Ramos o
Bale. Los sevillistas también han mostrado expresamente su malestar por la designación de
Undiano Mallenco para la vuelta, el mismo árbitro que no dio validez al 'gol fantasma' de
Luis Fabiano en el partido de ida de las semifinales de la
Copa del Rey del año 2011. Conviene pasar página, enterrar las históricas quejas preventivas que te empequeñecen antes de una gran contienda.
Ya es hora de evitar los recelos que generan lo que llaman de
Despeñaperros para arriba 'quejas provincianas' y tratar de competirle al
Madrid con la mente limpia, con la grandeza de espíritu que ahuyente ´manos negras´ y pensamientos negativos. Hoy, en el
Bernabéu, no juegan doce contra once. Desterremos también esta generalización porque, como todas, puede acarrear injusticia y no aporta nada positivo.