Los 'Cien años robando' del Madrid (y II)

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
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Los 'Cien años robando' del Madrid (y II)
- Joaquín Adorna
Si Iborra hubiera acertado empujando el balón a la red después de que Casilla detuviera el remate inicial de Correa; si Vitolo hubiera definido en el mano a mano que tuvo con el portero del Madrid con el acierto con el que acostumbra a hacerlo; si N'Zonzi hubiera estado más listo, más rápido, en el balón que le roba Casemiro y que da origen al primer gol de James; si el Sevilla hubiera estado más preciso que su rival, y no al revés, en la circulación del balón; si el Sevilla no hubiera realizado una de las peores primeras partes desde que Sampaoli tomó el mando del vestuario; si Nasri hubiera tomado el mando del partido mucho antes y no hubiera estado tan apagado; si en todas las decisiones en las que tenían influencia directa el técnico y los jugadores del Sevilla hubieran estado más acertados, seguramente hoy nadie hablaría de Mateu Lahoz y nadie recuperaría los mil tópicos que apuntan a las ayudas arbitrales que históricamente ha recibido el Madrid.

El Sevilla no compareció en una lamentable primera parte en el Bernabéu, en uno de esos días en los que el viento parecía soplar a favor, en uno de esos días en los que el sevillismo vivía convencido de contar con un equipo y con jugadores dispuestos a dar continuidad a las muchas hazañas acumuladas. Muy mal el Sevilla, pero muy mal también un árbitro devorado por el personaje que interpreta. Mateu Lahoz, ese 'gran engaño'.

Demasiado gesticulador, excesivamente dialogante y, lo que es peor, desatinado en las jugadas decisivas. Amonestó a Iborra por reclamar ostensiblemente un agarrón de Carvajal dentro del área, que pudo ser penalti; pitó el córner que dio origen al 2-0 cuando hubo una falta previa de Morata sobre Rami, a quien empujó con descaro; y señaló un inexistente penalti, 3-0, en una jugada en la que James arrolla a Mariano y a su compañero Modric.

Compitió el Sevilla en la segunda parte como no lo hizo en el primer acto, pero ni siquiera obtuvo la recompensa de un gol que mereció. Levantar un 3-0 parece misión imposible. Se vieron superados los de Sampaoli por un Madrid en el que no hay titulares y suplentes. Ganso quedó señalado y Mateu Lahoz también, pero la mejor lección la dio Vitolo no mostrando la más mínima queja sobre el árbitro -ejemplo de grandeza-. Mateu se equivocó gravemente, pero el crecimiento llega asumiendo errores propios y no apuntando a los ajenos.
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