Ojalá me equivoque. Ojalá el Betis sea capaz de ganar al Sporting y de cerrar la primera vuelta con 24 puntos, seguramente fuera de su objetivo -superar la décima plaza-, pero a doce puntos -o a once si el Granada gana al Espanyol en Barcelona- del descenso.
Y ojalá sea capaz, también, de arrancar la segunda vuelta sumando puntos ante Barça -en casa-, Depor -fuera-, Valencia -en el Villamarín- y en su visita al Granada. Recibiría así al Sevilla con la motivación de salir de la zona de indefinición en la que se encuentra. Ojalá todo eso ocurra, pero ya en el Calderón quedó constancia de que no hay profundidad de plantilla para saltar ese escalón y evitar otro año de transición. Víctor ha puesto orden, ha mejorado ostensiblemente el juego colectivo, pero se echan en faltan otras muchas virtudes que acompañen al acierto de Rubén, a la calidad y al compromiso de Ceballos o al desborde de Durmisi.
El Betis necesita reforzarse por tres razones: para no transmitir una inadmisible desidia; porque el plantel es muy mejorable; y porque Haro y Catalán tienen la obligación de ilusionar a los béticos. Si se han quedado sin presupuesto, que se afanen en buscar soluciones: vender para comprar, de coste cero o hacer ingeniería financiera para que Torrecilla encuentre un conejo en la chistera que saque a los béticos urgentemente del cansino más de lo mismo.
Joaquín Adorna
