Es socio del
Betis de nacimiento. Su padre fue directivo del club con
Núñez Naranjo y vicepresidente con Martínez Retamero.
Empresario joven, de 1973, y suficientemente
formado -Licenciado en Derecho por la Universidad de Navarra, tiene un MBA por el Instituto de Empresa de Madrid-
. Llegó al club en el año 2015, con
Juan Carlos Ollero de presidente, y aunque
es corresponsable del fracaso actual, porque aún es consejero, empezó a mostrar su crítica a la gestión deportiva afirmando que "
el que diga que Zozulya es un buen futbolista para el Betis es un necio o un ciego". También
ha firmado el pacto con Oliver, un lunar importante. Aun así, ha confirmado que tiene apoyos para solicitar la celebración de una Junta Extraordinaria y que le
disputará la presidencia a Ángel Haro con un proyecto deportivo que no ha desvelado, pero está convencido de que ilusionará a los béticos.
Cuando parecía que el Betis se encontraba en un callejón sin salida, sometido al pésimo gobierno de
Haro y Catalán -ABA, Ahora Betis Ahora- o condenado a la vuelta a un negro pasado con sabor a Lopera, el
paso al frente de Salas espolea a los actuales dirigentes, que viven en la
inacción -ni siquiera han salido a luz pública después de la bochornosa derrota ante el Alavés- y ya acumulan
dos fracasos consecutivos: uno de la mano de
Macià, en el que tomaron parte, y el de esta temporada con
Torrecilla.
Salas no ha dado detalles, pero viene con ganas renovadas, con fuerzas, con la idea de centrarse en lo deportivo y con un entrenador que, dice, estará a la altura de lo que exigen los béticos. Tendrá tiempo para explicar su modelo de gestión a los aficionados, para convencerles de que su idea puede funcionar mejor que la actual y, lo más importante, pone en jaque a
Haro y Catalán, les obliga a reciclarse y a dar la cara ante una amenaza real. Se abre un proceso democrático necesario que dejará heridos en el camino, pero del que saldrá ganando el
Betis.
Joaquín Adorna
