Entre el cielo y el suelo hay algo

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
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Entre el cielo y el suelo hay algo
- Joaquín Adorna
Va a resultar realmente sencillo definir si el Sevilla fracasa o convierte en éxito la presente temporada. En esta ocasión, es imprescindible contar con el factor tiempo para emitir un juicio final. Tres partidos por jugar. Nueve puntos que ayudarán a encontrar un certero veredicto.

Si en este sprint final, ante Real Sociedad, Madrid y un Osasuna descendido matemáticamente, los de Sampaoli pierden la cuarta plaza, obviamente, no habría dudas: estrepitoso fracaso. Sería imposible encontrar atenuantes que justifiquen el pinchazo final a un globo inflado con méritos y algunas dosis de fortuna a lo largo del ejercicio. Sería incalculable, además, el daño económico a una institución que ha realizado una gran inversión para tratar de lograr un crecimiento sostenido que exige la clasificación para la Champions.

Si, por el contrario, el Sevilla lograra arrebatar la tercera plaza al Atlético de Madrid, para meterse directamente en la Liga de Campeones, también estaríamos obligados a hablar de éxito rotundo, fundamentalmente porque estaría dejando en evidencia a un club semifinalista de Champions, que le duplica el presupuesto y que, para entenderlo con un solo ejemplo, se reforzó debilitando al Sevilla con el fichaje de Gameiro, ese delantero de veintitantos goles que tanto se ha echado en falta esta campaña en Nervión. Habría que aplaudir y resaltar, como otras muchas veces, el modelo de gestión de una entidad que lleva una década muy por encima de sus expectativas reales.

Entre el cielo y el suelo hay algo: la cuarta plaza. La auténtica realidad del Sevilla atendiendo a datos objetivos. Ni fu, ni fa, para una afición acostumbrada a sus finales en primavera, a Jueves de Feria inolvidables y a vivir meses de mayo con viajes que no estaban a la altura de sus partidas presupuestarias. Tanta embriaguez acumulada, aliñada este año con momentos de buen fútbol; tantas ilusiones generadas en el tramo inicial de la temporada, dejan ese sabor a engañoso desencanto.

La verdadera satisfacción, el éxito, se llama tercera plaza. La auténtica decepción, fracaso con tintes dramáticos, habita fuera de la Champions.

En la cuarta posición está el deber cumplido, aunque empiece a alcanzarse un viernes liguero en el que muchos rebuscan sin encontrar la pasión de tantos jueves europeos.
   
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