El previsible adiós de Rubén Castro

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
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El previsible adiós de Rubén Castro
- Joaquín Adorna (@JoaquinAdornaED)
Un 28 de mayo del año 2013 Rubén Castro era detenido al concluir el entrenamiento del Betis por una presunta agresión a su ex pareja, a la que propinó, según la denuncia, "varios puñetazos y bofetones". Comenzaba una pesadilla para ambos con nuevas denuncias, con ampliación de los cargos sobre Rubén y con la exposición a la opinión pública en un permanente juicio paralelo, tanto para el hombre -por presunto maltratador- como para la mujer -por intentar sacar tajada a un futbolista con la cuenta corriente llena de millones-.

Casi cuatro años después y tras diez horas de juicio, cada cual ha expuesto sus argumentos. Los testigos han ofrecido sus versiones, la Fiscalía mantiene su petición de 4 años de prisión, que eleva a 9 años y 9 meses la abogada de la denunciante. No es noticia. Lentísima la justicia. Una eternidad para quien espera una sentencia de inocencia o culpabilidad. Rubén ha sabido vivir y competir con ese peso en la mente, pero quizás un quinto año sea excesivo teniendo en cuenta las intenciones del club de ir jubilándolo -este año tampoco lo han conseguido-; y, sobre todo, teniendo presente que a su edad -36 años el 27 de junio- puede firmar un último gran contrato en el extranjero.

El fútbol exótico vuelve a por él y, aunque tiene sueños por cumplir en el Betis, le permite alejarse de una pesadilla en permanente ebullición.

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