En la parte llana se le ha caído el equipo a
Quique Setién. Cuando se esperaba el despegue ante rivales de menor entidad, el
Betis se ha desdibujado para empezar a transmitir sensaciones preocupantes que recuerdan a un cercano pasado. Con el primer tercio de
Liga cumplido, la clasificación es magnífica: a las puertas de
Europa sabiendo que, si el campeón de la
Copa del Rey sale de los primeros clasificados, habrá una plaza europea más en
LaLiga española. La crisis de juego y resultados, una victoria en los siete últimos partidos, no ha metido en problemas a un
Betis que se desangra por culpa de sus errores en defensa.
No hace falta realizar un profundo análisis para extraer una primera conclusión que salta a la vista ojeando la clasificación: con 27 goles en contra en 13 partidos es un milagro que aún se encuentre a las puertas de la
Europa League. Sólo
Málaga (28) y
Las Palmas (32) han encajado más y, como es de esperar, ambos se encuentran en puestos de descenso. La fragilidad defensiva es, por tanto, la asignatura pendiente de
Setién, que se ha convertido en el técnico más goleado en
Primera división en este año 2017, con 77 goles en contra -50 con
Las Palmas y 27 con el
Betis-. La baja de
Feddal en los últimos encuentros ha hecho mucho daño a un equipo que tampoco pudo contar con
Mandi ante el
Girona.
Amat y Tosca no están al nivel de exigencia para aspirar a
Europa, y aunque
Setién les eligió renunciando a la opción de
Javi García, el problema defensivo del
Betis -como el de todos los equipos- es colectivo.
Resulta evidente que falta calidad individual y contundencia atrás -ahí están los dos tantos del
Girona como botón de muestra-, pero sería conveniente pedir la implicación a la hora de destruir a los once que están sobre el campo antes de señalar con nombres y apellidos a determinados culpables.
Por la vía de urgencia debe trabajar la defensa
Setién, quien se empeña en unir a su inmovilismo táctico una mala elección de piezas. Si un buen ataque sirve para echar el cerrojo, y el técnico cántabro pretende mantenerse firme en su filosofía ofensiva porque el club sabía al tipo de entrenador que fichaba, al menos debería buscar un 'plan B' con el que sorprender u otras alternativas en ataque para mejorar la cantidad y la calidad en la posesión de balón, y evitar así el daño que le hacen los rivales que ya conocen el fútbol previsible del
Betis.
Setién supo ganarse con su apuesta alegre a los béticos, y parecía haber encontrado un estilo de juego atractivo y fiable, pero ya pudo comprobar ante el
Girona que sus teorías deben ir acompañadas de triunfos porque la impaciencia creada en años de hartazgo se adueña rápidamente, con cuatro pases mal dados, del espíritu de las gradas del
Benito Villamarín. En su flexibilidad y en su inteligencia para dejarse asesorar, para cambiar o para ajustar detalles deben aparecer las soluciones a una grieta por la que se escapan puntos y por la que puede irse también el futuro de años en verdiblanco que el técnico dibuja en su mente. Le toca de nuevo mover ficha a
Setién.