La 'guerra fría' ya es 'guerra abierta' con las cartas puestas encima de la mesa. Como se preveía, Del Nido ha vuelto, quiere poder en el Sevilla y destila prisas. Ha regresado fiel a su estilo ambicioso, con la habilidad en la oratoria que siempre le ha caracterizado, pero le pierde su excesiva vanidad y sobrepasa límites en la crítica que le encajan en un peligroso ´todo vale´.
Aunque le cueste aceptarlo y necesite poner en valor su amplio paquete accionarial, legítima aspiración, no es su momento y no cuenta con el respaldo suficiente para mover el sillón a Pepe Castro, en quien confían los pequeños accionistas para dar estabilidad al club.
A Del Nido hay que reconocerle, efectivamente, que fue el presidente que tuvo la valentía, la determinación y el convencimiento para dar un giro a la historia de la entidad, convirtiéndolo en un equipo campeón. Su etapa es historia y, ahora, en su exigencia y en su dura crítica desde la oposición puede ayudar a que el Sevilla eleve su nivel de exigencia.
Castro sacó adelante una Junta dura, con el reparto de dividendos y con la aprobación de sueldos para el consejo. Tendrá que afinar en la gestión para, con su prudencia en el gasto, cubrir las expectativas institucionales y deportivas que promete Del Nido. Nuevo golpe hacia arriba al listón que hace que de esta guerra pueda salir ganando el Sevilla.