Sergio Rico y diez más

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
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Sergio Rico y diez más
- Joaquín Adorna (@JoaquinAdorna)
Atraviesa, seguramente, el peor momento de su exitosa carrera deportiva. Con tan sólo 24 años ya ha sido internacional absoluto -tercer portero en la Eurocopa 2016-; está incluido, según Transfermarkten el 'Top 10' -en la novena posición- de los mejores porteros de Europa; ha ganado dos Europa League; su valor de mercado roza los 20 millones de euros y, sin embargo, buena parte de la afición le ha retirado su confianza. Al margen de las goleadas encajadas, en las que ha tenido -para ser justo- tanta culpa como el resto del equipo, a Sergio Rico se le pide, sobre todo y para entendernos con un solo ejemplo, el carácter del portero del Valencia, Neto, capaz de arrebatar tres dientes a Godín en una contundente salida.

En los balones aéreos, en sus dudas al salir y en su endeblez cuando decide hacerlo, nace la desconfianza, que se transforma en enfado en el primer balón mal jugado con los pies. Sus otras muchas virtudes no brillan, quedan tapadas en la crudeza de la crítica hacia el defecto. Quienes lo observan desde fuera de Sevilla no lo entienden. Quizás porque ni le ven en directo cada partido, ni conocen el sentimiento de autoridad paternalista que genera en el aficionado el futbolista de la cantera.

Al canterano que llega al primer equipo se le recibe con la ilusión de un padre primerizo. Sin haberlo engendrado en vientre propio, se le ha seguido desde las barreras cada vez más distantes de la carretera de Utrera y sobre él recae la exigencia de quien debe responder al patrón de hijo que cada 'aficionado-padre' genera en su cabeza. Se le quiere y, como se le conoce hasta el menor de los defectos porque se le ha visto crecer, se le critica con la acidez capaz de borrar todos los buenos actos del pasado y, lo que es más grave, del presente.

Intuyo que Montella, recién llegado y al margen de ese veneno autodestructivo capaz de aniquilar fuerzas propias en la contienda, no tendrá dudas a la hora de afrontar otra semifinal de Copa. Intuyo que el técnico italiano recurrirá en la previa ante el Leganés al “Sergio Rico y diez más” para dar el primer espaldarazo de confianza a su guardameta. Así debe ser, además, porque es el momento de proteger y mantener el protagonismo del meta que tantos éxitos ha dado al Sevilla; y porque en la elección de los otros diez también hay nombres y apellidos en la mente de todos. El escalón entre el once titular del italiano -los que están en forma y han captado su idea- y el resto -los que estaban y los que acaban de llegar- es demasiado grande como para aspirar a lo mejor en todos los frentes.

Mirar con lupa sólo a Sergio Rico, pedir ahora su cabeza para dar entrada a David Soria por más que los fríos datos pidan la entrada del meta suplente, no es justo y puede generar dos problemas donde sólo hay uno, porque a Soria se le juzgará con la misma vehemencia que a su compañero. Le toca asumir la responsabilidad a Rico y demostrar que está más que preparado para crecerse en la adversidad. Una final para su equipo y un apasionante reto personal para él. El día para aniquilar los miedos y demostrarse a sí mismo, y a su afición, que se puede y se debe confiar en su capacidad, que tiene muchas más virtudes que defectos.
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