Poco después de eliminar al
Atlético de Madrid, con la voz rota,
Montella expresaba su inmensa satisfacción por vivir "una de esas noches con las que soñaba" cuando firmó por el
Sevilla. El deseo del técnico italiano y el hambre por engrandecer su historia de un club que se se transforma en 'animal competitivo' cuando huele a metal se unieron para alcanzar otra final de
Copa agarrándose a
tres pilares: el
espíritu de campeón que nació en el zurdazo de Puerta, grandes dosis de
emoción y el inteligente
manejo del juego para hacer contra todo pronóstico cinco goles -dos en la ida y tres en la vuelta- al
Atlético de Madrid, el equipo con mejor promedio en tantos encajados de las grandes ligas.
El
Sevilla se aplicó en la punta afilada de los dientes de sierra de su irregular temporada y alcanzó un primer éxito que puede quedarse pequeño ante el nuevo reto imposible: eliminar a un
Manchester United que le triplica en presupuesto (665 millones frente a los 212 del Sevilla); dirigido por un entrenador,
Mourinho, que no se cansa de conquistar títulos individuales y colectivos; y con un plantel lleno de talentosos jugadores capacitados para de decidir una eliminatoria con un solo golpe de calidad.
Octavos de final de la
Europa Champions League. Musiquilla celestial de
Liga de Campeones en Nervión y el
Sevilla se mete en las pequeñas pantallas de medio mundo como el aspirante aferrado al sueño de tumbar a un gigante con millones de seguidores. El escenario previo ideal para quienes, como
Montella y sus jugadores, aspiran a revalorizarse y dar un salto cualitativo en sus carreras a costa de unos compañeros de profesión que ya viven instalados, en su mayoría, en el mejor de los paraísos futbolísticos.
El
'efecto Montella', aparentemente fulminado en el derbi ante el
Betis, se va haciendo fuerte y fiable gracias a la repetición de conceptos y once iniciales, pero aún le quedan matices por conquistar. El espíritu combativo que ya mostró el
Sevilla ante el
Atlético viene instalado de fábrica con el técnico italiano en las citas transcendentales y nadie duda que volverá a aparecer ante el
United. Sin embargo, según apunta el propio
Montella, a su equipo le sobraron emociones en aquella semifinal para mantener siempre la concentración y a veces debió utilizar mejor la cebeza para transformarse en el tipo de formación que en cada momento pedía la contienda.
Tres pilares intangibles -espíritu, emoción e inteligencia- cuyo apropiado manejo puede reducir las enormes distancias que ponen al
Sevilla y al
United en dos mundos diferentes, por más que hoy vivan en el mismo, y compartan competición y eliminatoria; o las diferencias que existen entre
Rico y
De Gea;
Lenglet y
Bailly;
Banega y
Pogba;
Nzonzi y
Ander Herrera;
Correa y
Alexis; o
Lukaku y
Muriel. Tres pilares a los que aferrarse para hacer real otras de las noches soñadas por
Montella antes de firmar por el
Sevilla.