El discípulo (Arias) supera al maestro (Monchi)

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
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El discípulo (Arias) supera al maestro (Monchi)
- Joaquín Adorna (@JoaquinAdornaED)
En cuartos, a pesar de Óscar Arias. Iba a ser el titular de este artículo. Me resisto a la tentación porque, por desgracia, la mayoría no leerá estas líneas y se quedaría con una idea equivocada. Sesenta años después, el Sevilla rompe otra barrera histórica y la figura de quien ha participado en la construcción de este exitoso proyecto ha quedado en un segundo plano o, incluso, ninguneada. Escuchando a Monchi en emisoras de radio nacionales, cualquiera diría que al de San Fernando se le atribuye un doble éxito en la mágica noche del martes 13 de marzo: clasificar para los cuartos de final de la Champions a la Roma que le paga y al Sevilla que siente. Monchi, por su forma de ser y de trabajar, se ha ganado el respeto y el cariño del periodismo local y nacional, y no es culpa suya que aún den ganas de marcar su teléfono cuando el Sevilla triunfa. De hecho, nadie le puede negar que la mayoría de los jugadores que tumbaron al poderoso Manchester son de su mandato; como nadie le puede negar a Arias haber sido su mano derecha en la construcción de ese Sevilla ganador y haber logrado en solitario romper una barrera insalvable desde hacía seis décadas.

En una primera y difícil temporada como director deportivo, el discípulo (Arias) ha logrado lo que nunca antes había conseguido su maestro (Monchi): el histórico pase a cuartos en Champions aliñado con una final de Copa. Desde ya, una extraordinaria campaña que debe refrendar logrando un puesto europeo en LaLiga. Si la eliminación habría supuesto un rotundo fracaso, y ese fracaso ya tenía nombre y apellidos en sus días previos, deducimos que el meritorio logro debe recaer también sobre la misma persona, o al menos la parte proporcional que le corresponda. Conviene resaltarlo porque con Arias está pasando algo similar a lo que ocurría en algunas fases de la etapa de Unai Emery, que el Sevilla ganaba títulos 'a pesar' de su entrenador.

Óscar Arias gana crédito, acertó fichando a Montella para sustituir a Berizzo, y el presidente Pepe Castro mantiene el muchísimo que acumula en sus tres años -va para cuatro- de mandato. Primero, por apostar por Arias y dar continuidad al modelo de gestión de Monchi, porque aunque hay quien lo niega, sigue habiendo muchos jugadores susceptibles de millonarios traspasos en el plantel. Y segundo, porque una campaña más el Sevilla no sólo se mantiene en la élite del fútbol europeo, que ya tiene un valor considerable, sino que aumenta sus prestaciones, su prestigio y su crecimiento deportivo y económico. Ni siquiera la 'guerra' accionarial activada por Del Nido, la que misma que veía venir Monchi y la misma que quiso evitar marchándose a Italia, ha podido con la fortaleza y el espíritu ganador del club, que se ha sobrepuesto al clima de inestabilidad y al altísimo nivel de exigencia y de crítica.

Para mantener el punto de mira puesto en Arias se puede argumentar que sólo dos fichajes suyos estaban en el once inicial ante el United: Kjaer -partidazo- y Muriel -el peor en Manchester-; que sólo otros dos futbolistas, Pizarro y Geis, participaron en los minutos finales; o que dos fichajes invernales, Sandro y Roque Mesa, ni siquiera se vistieron. ¿Y qué más da? Arias ha puesto a disposición de Montella un plantel con una importante variedad de recursos y es el técnico el que debe sacarle el máximo rendimiento. De entrada, resulta lógico que rindan más los futbolistas que llevan más tiempo en club; y en el caso de las incorporaciones de enero parecía evidente que, salvo Layún, tanto Arana, como Roque Mesa y Sandro (si se cierra su fichaje en verano) iban a tardar en coger el altísimo ritmo de competición en el que vive el Sevilla.

Alguien dudaba que Nolito, con ganas de ir al Mundial, podía ofrecer mucho más rendimiento? Sus datos no son malos -4 goles y 7 asistencias en las tres competiciones-, pero le está faltando continuidad. Navas ya alcanzó su 'nivel Champions', de hecho, su aportación en la ida en Nervión se puede considerar determinante para haber logrado el pase a cuartos. La progresión de Corchia, aunque nunca ha llegado al nivel de Mariano, se ha visto frenada por su lesión. Geis apunta buenas maneras, magnífico golpeo y visión de juego, pero su participación es muy escasa. En el lateral zurdo, Carole ha cumplido su papel secundario, pero llegó como parche y se ha quedado sin ficha tras el fichaje -oportunidad de mercado- del joven Arana, quien tuvo un digno debut en Málaga.

En total, dos entrenadores (Berizzo y Montella) y 13 fichajes (Banega, Jesús Navas, Muriel, Kjaer, Nolito, Pizarro, Corchia, Geis, Carole, Layún, Roque Mesa, Sandro y Arana). Muchas sombras, cierto, pero un plantel que se ha revalorizado metiéndose entre los ocho mejores de Europa, con todo lo que eso implica, y que sólo ha fallado en el torneo de la regularidad. Para esto último, aún queda la recta final. Diez partidos, 30 puntos y un complicadísimo calendario rompepiernas que convierte en imposible aspirar a la cuarta de un Valencia con 11 puntos de ventaja -más el golaverage-.

Así queda retratado el presente del Sevilla, con muchos juicios previos que han quedado en papel mojado. Nos empeñamos en plantearlo de esta manera, dejando los noventa minutos de un partido de fútbol como delgadísima línea que separa el éxito del fracaso, olvidándonos de otros muchos matices. Se entra en la gloria y nos olvidamos de dar, o cuando menos respetar, el sitio que corresponde -por pequeño que sea- a quien iba a ser crucificado antes del juicio final. De momento, el discípulo (Arias) ya ha superado al maestro (Monchi).
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