Con Caparrós, hay derbi

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
5 min lectura
Con Caparrós, hay derbi
- Joaquín Adorna
Dos de dos. Seis de seis. El 'efecto Caparrós' sigue vivo y el Sevilla renace antes de un derbi que adquiere una dimensión espectacular. Se impuso a un Madrid descafeinado -sin Ronaldo y sin otros muchos titulares- con cierta comodidad, aunque con la inquietud final que añadió al partido Mateu Lahoz. Se temía en la previa al colegiado, en especial por los últimos antecedentes y, aunque no influyó de forma decisiva en el resultado, Mateu volvió a desesperar a la grada con su actitud dialogante -le habló a la oreja con la boca tapada a Caparrós, a Zidane y casi todos los jugadores- y con su desmedido afán de protagonismo.

Caparrós ha marcado el camino y, desde la seguridad defensiva, el Sevilla pudo haber obtenido un triunfo aún más abultado. Ganó con sus armas y mostró una clara declaración de intenciones antes de visitar al Betis en el Benito Villamarín. Se impuso al 'Madrid B' de la forma más inteligente, llevando a la máxima expresión aquello de que el fútbol es para listos. Veneno inyectado en vena en su plantel y emoción trasladada a la grada, que vuelve a sentirse identificada con la entrega de los jugadores y, a veces, con las ráfagas de buen fútbol -con la contundencia en área propia y ajena-.

El técnico utrerano utilizó lo que tiene. Cambió a muchos futbolistas en una revolución inevitable, pero con una forma muy definida. Doble lateral en la diestra dando entrada a Layún por delante de Mercado; Pareja acompañando al insustituible Lenglet; Pizarro -enorme su partido, posiblemente el mejor como sevillista- haciendo de Roque Mesa junto a otro insustituible NZonzi; y en ataque, al fin la prueba que esperaba cualquier aficionado con sentido común: Muriel en banda y el goleador Ben Yedder en punta. Más que experimento, aprovechamiento de los recursos. La pena es que Muriel desentona respecto al resto del equipo.

El colombiano, en aparente baja forma física, parece que no se estudia el guión de la película ni el papel que debe desempeñar. Prolongó bien un par de balones aéreos, pero en todo lo demás falló casi siempre: en los controles, en los desmarques y hasta en algo tan básico como ocupar el espacio que le corresponde en un saque de banda. Estuvo torpe hasta para perder tiempo -para desesperación de Caparrós- en su cambio por Sandro.

Caparrós ha dado con la tecla. Crecer desde la defensa, el modelo tantas veces utilizado en situaciones de emergencia. Intentar mantener la portería a cero -encajó dos tantos, pero nunca vio peligrar la victoria- e ir cogiendo confianza con el transcurso de los minutos. Guardando la ropa y haciendo daño en los momentos oportunos. Dejando al Madrid el peso del partido e hincándole el diente en llegadas demoledoras. Realizando un trabajo solidario en defensa y acercándose a la efectivad que le permitió respirar en muchas fases del partido. Realmente poco importa el estilo cuando se tiene tanta necesidad de puntos y se tenía tan baja la autoestima.

La presencia de Ceballos, muchos toques horizontales sin profundidad, puso cierto morbo en clave de derbi. El exbético tuvo que aguantar el cántico -ya empieza a ser un clásico- "Ceballos, como pipas" y más de una sonora pitada. También recibió silbidos Sergio Ramos, en especial cuando mostraba su afán por hacer gol. El camero envió un penalti al larguero y marcó el segundo que lanzó.

Tres puntos ganados con un fútbol, para muchos, de verdad. El Sevilla ha recuperado hasta los golpes de suerte que le habían abandonado. Depende de sí mismo para entrar en Europa una campaña más y llega pleno de confianza a un derbi en el que el Betis puede dejarle sin competición europea. Hubo derbi en el Sánchez-Pizjuán, con histórica 'manita' para los de Setién y, con Caparrós, habrá derbi en el Benito Villamarín.
Unete a nuestro canal de Whatsapp Únete a nuestro canal de Telegram