Pepe Bordalás merecía tener un proyecto en Primera división. Por un lado, porque tras rozar el ascenso con
Elche y
Alcorcón, no renovó después de lograrlo con el
Alavés, sólo un año antes de subir con el
Getafe. Y, sobre todo, porque está demostrando que sabe bien cómo competir con muy poco.
Tiene al 'Geta' en la mitad de la tabla y, muy probablemente, con menos puntos de los que merecen el orden y la intensidad que ha imprimido; receta con la que ha llevado la ilusión al Coliseum. No en vano, como local le puso las cosas muy difíciles a
Sevilla (0-1),
Real Madrid y
Barça (sendos 1-2), remontó a la
Real Sociedad (2-1) y goleó al
Villarreal (4-0). Además, no es un visitante cómodo, pues puntuó en visitas complicadas como a
Athletic (0-0),
Celta (1-1) y
Levante (1-1) y se llevó los tres puntos de
Leganés (1-2).
Es un equipo tremendamente competitivo y sólido en defensa, que se sustenta en un innegociable doble pivote defensivo que facilita el repliegue intensivo cuando el rival supera la primera línea de presión y que mezcla la colocación de
Bergara y el pundonor de
Arambarri, amén de un espectacular
Djené.
A falta de verticalidad por las lesiones de hombres como
Pacheco,
Jefferson Montero,
Gaku o la que atravesó
Álvaro Jiménez, suele atacar por fuera con interiores como
Fajr o
Portillo y la explosividad de
N'Diaye, al que viene usando de enganche para conciliar el 1-4-2-3-1 y el 1-4-4-2. En su debe, falta acompañar mejor a Molina, muy solo arriba.
Ángel, 'pichichi' azulón, tiene el rol de revulsivo.