Tras los fiascos de
Mel y Cristóbal Parralo, poco le quedaba a lo que agarrarse al
Dépor, equipo que, en puestos de descenso y casi a la desesperada ya, se ha puesto en manos de
Clarence Seedorf, por no jugárselo todo a las meigas. Y la verdad es que no la tienen todas consigo en Galicia, pues el holandés es una auténtica incógnita. De currículum envidiable como futbolista, su experiencia en los banquillos se resume en
22 citas al frente del
Milan en
2014 (no logró meterse en la Europa League) y otros
13 partidos al frente del
Shenzhen de la Segunda división china.
Es decir, muy desesperados debían andar por
La Coruña, donde el holandés ha llegado con brazo firme, imponiendo tres días de doble sesión de entrenamiento y comida en equipo, para fortalecer la unión, y ha optado por priorizar la búsqueda del equilibrio defensa-ataque, siendo una de sus prioridades la de cortar la sangría atrás.
Tocar la fibra sensible, por ahora, es otro de los pilares de
Seedorf, que ha tirado de vídeos motivacionales. Sin haberse decantado aún por un dibujo claro, todo apunta a que se decantará por el
4-2-3-1 que dibujó en Milán, ofreciéndole a los laterales una limitada libertad ofensiva, pero arriesgando en el medio.
Mientras
Muntari gana ritmo, prueba con
Krohn-Dehli y Borges o
Valverde de pivotes. También emerge la figura del mediapunta.
Çolak es el único de ese perfil, pero ha sorprendido ensayando con
Bakkali ?por detrás de
Andone (vuelve tras cumplir sanción) y con
Lucas Pérez y Adrián en las bandas.