Hacerlo sencillo no siempre es lo más fácil. Pero cuando Mendilibar lo ha logrado, sus equipos han funcionado como un reloj. Así, su Eibar se caracteriza por su sentido práctico con balón y su solidaridad sin él. El resultado es un equipo que compite desde la humildad en su cuarta temporada en la elite, aventura para la que apenas ha perdido a dos piezas importantes, como Lejeune y Luna, siendo reemplazados por el luso Oliveira y el experimentado José Ángel.
Pero los nombres importan poco en Ipurua. A caballo entre el 1-4-4-2, el 1-4-2-3-1 o el 1-4-4-1-1, el técnico vasco ha vuelto a apostar en este arranque por su versión más clásica, la que dispone dos puntas sobre el tapete. Para surtirlos de balones no contará esta tarde con la calidad del lesionado Pedro León, posiblemente su pieza más determinante, aunque las señas de identidad armeras son en realidad otras.
Líneas juntas, presión ordenada y verticalidad con la pelota, buscando la rápida salida por bandas para acabar en centros o en disparos, con la consigna de no conceder oportunidades para el contragolpe. Y es que los vascos viven mucho en campo rival, creando superioridad por los costados gracias a la profundidad de sus laterales. La medular, por su parte, no elabora demasiado, buscando balones a la espalda de la zaga rival para que los pelee, entre otros, Charles, un fichaje que ya da réditos.