La afición sevillista tenía muchas ganas de ver a su nuevo delantero con la camiseta del Sevilla y no se lo pensó a la hora de acercarse al Ramón Sánchez Pizjuán para arroparle. Prácticamente toda la grada de Preferencia estaba cubierta de aficionados nervionenses que vitorearon a Llorente cuando apareció por la bocana de vestuarios.
Entonaron el himno del centenario sevillista y como no, el nombre de un Fernando Llorente que no podía borrar su sonrisa de la cara. El riojano no cesó de saludar a la afición, regaló varios balones y no dudó en besar el escudo del Sevilla con un par de bufandas colgadas del cuello. Llorente ya ha podido comprobar cómo ruge la afición nervionense.