Hace seis temporadas, el Leganés conseguía salvarse del milagro del descenso a Tercera división. Hoy, visita el Sánchez-Pizjuán en la quinta plaza de la máxima categoría. Una meteórica evolución que sólo se entiende con la llegada en 2013 de Asier Garitano, artífice de dos ascensos en tres campañas y constructor de un estilo reconocible que maximiza los modestos recursos de su club.
Puede que no maraville. Pero lo que pregona el técnico vasco y ejecuta su equipo a las mil maravillas también es fútbol. Y del bueno. Tres goles encajados en nueves jornadas le convierten en el equipo menos goleado de toda Europa, junto con el Barça. Pero eso no se debe sólo al gran momento de Cuéllar bajo palos. No es algo achacable a la fortuna. Porque también es el equipo de LaLiga que menos disparos y centros concede al rival, fruto de un intenso trabajo defensivo de todo el bloque.
A partir de ahí, el conjunto pepinero vive en ataque de la velocidad de su tridente. En este caso, Amrabat, Szymanowski y Beauvue, que explotan toda su potencia para aprovechar los balones largos servidos por buenos lanzadores, como Eraso o Rubén Pérez, y hacer daño a la espalda de defensas adelantadas. Aunque no todo lo confía a las contras. También tiene bien trabajada una presión escalonada que le permite robar en campo rival y montar rápidas transiciones en busca de la meta rival. Ahí, sólo le falta un mayor acierto. Pero difícilmente se puede sacar más provecho de sus armas.