Pablo Prigioni fue presentado como nuevo entrenador del
Baskonia el pasado 23 de junio en un movimiento que generó una ilusión pocas veces vista en
Vitoria, pero que se ha desvanecido tras 125 días de pruebas y obstáculos hasta llegar a su dimisión ayer.
Han sido cuatro meses complicados para el técnico argentino que debutó al frente de un transatlántico, como el plantel vitoriano, y que comenzó el curso con varias vías de agua en forma de lesiones y contratiempos.
La pretemporada azulgrana estuvo marcada por la ausencia de gran parte de los jugadores, convocados por sus selecciones nacionales para disputar las diferentes competiciones internacionales.
A esto hay que añadir la lesión de
Jordan McRae, llamado a ser una referencia en los esquemas baskonistas, que se unió a la baja de
Rodrigue Beaubois y trastocó los planes de un
Prigioni que, al mismo tiempo, fue clave para contratar al propio escolta estadounidense o a los directores de juego
Marcelinho Huertas y
Jayson Granger, tal y como señalaron los propios jugadores.
La enfermería fue acogiendo inquilinos como
Patricio Garino y
Tornike Shengelia y el
Baskonia se vio obligado a debutar ante el
FC Barcelona en el
Palau Blaugrana con un equipo muy mermado.
El entrenador de
Río Tercero no pudo poner en práctica la totalidad de sus planteamientos debido a la plaga de bajas, pero el equipo logró competir en la ciudad condal hasta el punto de luchar y acercarse al triunfo final, sin lograrlo.
Tras la primera victoria ante el
Movistar Estudiantes en la segunda jornada de la
Liga Endesa, la puesta en escena baskonista fue perdiendo enteros y el grupo no logró mostrar su alma y el carácter que ha sido santo y seña del club vitoriano durante varias temporadas.
A la derrota ante el
Herbalife Gran Canaria le siguieron el amargo debut en
Euroliga ante el
Olympiacos y el declive patente ante el
Montakit Fuenlabrada, en un choque en el que
Pablo Prigioni forzó una expulsión para conseguir una reacción de su equipo que llegó, pero no sirvió para lograr el triunfo.
Precisamente, este choque pudo marcar un antes y un después en el planteamiento de un
Prigioni que, a título personal y de manera privada, se marcó el choque contra el
Valencia Basket como la verdadera prueba de fuego.
Antes de llegar a esta cita el
Baskonia mejoró su imagen ante el
Maccabi de Tel-Avi, pero no pudo mantener en el tiempo los chispazos de buen baloncesto que planteó en
Israel, mientras que el
Gipuzkoa Basket logró sacarle los colores en la primera mitad del primer derbi de la temporada.
Los baskonistas vencieron, pero no convencieron ante los donostiarras, tras superar una diferencia de 17 puntos que continuó sembrando dudas en el juego vitoriano y que se ratificó ayer ante el
Valencia Basket con una contundente derrota.
Así, tras 125 días en los que ha cosechado dos triunfos en ocho encuentros el cordobés decidió, honestamente, dejar su puesto a otro entrenador, a su juicio, "más cualificado".
Para finalizar el primer capítulo de
Pablo Prigioni como entrenador, el
Baskonia ha aceptado hoy su dimisión, pero ha dejado claro que el argentino sigue siendo "un icono" para el club y sus seguidores.
Un final inesperado para muchos y que seguramente tendrá segunda parte en el futuro.