La
Vuelta Ciclista a España volverá a tener en 2016 un final de etapa en suelo francés, esta vez en el histórico
Alto del Aubisque, una de las cimas más representativas del
Tour de Francia.
Con la de este año, que llegará en la
decimocuarta jornada, serán ya
diez las etapas finalizadas en suelo francés desde que la
Vuelta echara a caminar en el ya lejano 1935.
Bayona fue el destino elegido por la carrera española para albergar los primeros finales de etapa en el país vecino. 20 años después de que la vuelta se pusiera en marcha, en 1955, la segunda etapa de la ronda española partió de
San Sebastián hacia la ciudad francesa, fundada en el año 950 y que por aquel entonces contaba con algo más de 32.000 habitantes, unos 20.000 menos de los que tiene ahora.
El francés
Gilbert Bauvin, quien acabó segundo en el
Tour de Francia del 56, fue el primer corredor en inscribir su nombre en
Bayona, después de ser el más rápido en cubrir los 211 kilómetros de aquella jornada histórica. A pesar de que consiguió otro triunfo parcial, la victoria final en la carrera fue para su compatriota
Jean Dotto, quien acabó por delante del español
Antonio Jiménez y del también francés
Raphael Gemianini.
La
Vuelta asumió positivamente este final en
Bayona, puesto que tanto en 1956, como en 1957, repitió destino, aunque siempre partiendo de un lugar de origen diferente. Si
San Sebastián fue la ciudad elegida en el 55, los dos años siguientes la carrera salió desde
Zaragoza y
Huesca, respectivamente.
Un total de 274 kilómetros tuvieron que cubrir los corredores en la duodécima etapa de la edición de 1956, cuando la carrera los llevaba desde
Zaragoza a
Bayona. Un año después del triunfo de
Bauvin, el italiano
Giancarlo Astrua, quien ya había sido tercero en el
Tour del 53, era el segundo corredor que apuntaba su nombre en tierra francesa. Otro italiano,
Angelo Conterno fue el ganador final de la carrera, por delante de
Jesús Loroño.
El tercer año consecutivo que el pelotón llegaba a Bayona (1957), ciudad que apenas se encuentra a 40 kilómetros de la frontera hispana, el ciclista español
Antonio Ferraz iba a levantar los brazos consiguiendo, de esta manera, su victoria de mayor prestigio dentro del pelotón internacional. Poca oposición tuvo
Jesús Loroño para ganar una
Vuelta a España en la que aventajó a
Federico Martín Bahamontes en más de ocho minutos.
Tras estos primeros años en los que la ronda española visitó
Francia, hubo cinco años de parón hasta que en 1962
Bayona volvió a vestirse de gala para recibir de nuevo, por cuarta vez, a la
Vuelta a España. El francés
Jean Graczyk, quien acumuló cinco etapas en la
Vuelta y otras cinco en el
Tour, se impuso esta vez en su país, en una carrera ganada por el germano
Rudi Altig.
Rik Van Looy, uno de los nombres más ilustres en la historia del ciclismo, inscribió su nombre en
Bayona la quinta vez que la carrera llegó hasta allí, en 1965. El belga, con un palmarés en el que destacan tres
París Roubaix, dos
Tour de Flandes o dos campeonatos del mundo de ruta, se impuso en ocho etapas de aquella edición, para acabar tercero en la general, por detrás del alemán
Rolf Wolfshohl, primero y el francés
Raymond Poulidor, segundo.
Aquí terminó
Bayona de tener presencia como final de etapa en la
Vuelta a España. Hubo que esperar 27 años hasta que la carrera decidiera retomar un final de etapa en
Francia. Fue en el año 1992 en una dura jornada que llevó a los corredores desde
Viella hasta la exigente cima de
Luz Ardiden, pasando por el imperial
Tourmalet, en el corazón de los
Pirineos.
El año en el que el suizo
Tony Rominger se imponía en la primera de sus tres Vueltas consecutivas, el escalador español
Laudelino Cubino conquistaba
Luz Ardiden por primera y única vez en esta ronda, aunque cuatro años antes, ya se había impuesto en estas rampas en el
Tour de Francia.
Rominger ya fue el corredor que salió de esta jornada como gran favorecido, a menos de un minuto del entonces líder,
Jesús Montoya.
Al igual que sucedió con
Bayona, gustó el final entre los dirigentes de la carrera, puesto que devolvieron a los corredores a sus exigentes cuestas tres años después, en 1995, año en el que
Miguel Indurain acababa de conquistar su quinto
Tour consecutivo. Aquel año, la etapa partía de la pirenaica
Salardú.
Laurent Jalabert fue el ganador de la etapa y de la carrera, portando el jersey de líder desde la cuarta etapa, en la que se impuso en la cima del
Naranco. En ese 1995
Jalabert tiranizó la carrera de una forma casi inolvidable. Ganó cuatro etapas, la general, la montaña y la clasificación de los puntos, además de ayudar a su equipo, ONCE, a que se impusiera por equipos. El francés, pese a la contundencia mostrada en esa carrera, no subió a otro podio final de una gran vuelta.
Asumido el carácter diferencial que las montañas francesas tenían en la
Vuelta, las dos últimas (tres con la de este año) etapas finalizadas en suelo galo también fueron en alto. En el año 2003 la carrera salió de
Huesca rumbo a
Cauterets, un puerto de un perfil más sencillo que
Luz Ardiden.
El danés
Michael Rasmussen fue el vencedor de la etapa tras culminar una gran fuga. El corredor de
Rabobank culminó una escapada que le valió para acabar séptimo en la general final de una carrera resuelta el último día en las rampas del Alto de Abantos, donde Roberto Heras arrebató el triunfo final a un Isidro Nozal que parecía tener la prueba ganada.
La última vez que la Vuelta a España llegó a Francia lo hizo hace tan solo tres años (2013), en Peyragudes, en la décimo quinta etapa, que partió de Andorra para llevar a los ciclistas a la subida final, pasando antes por el exigente puerto de Balès. En esta dura etapa pirenaica ganó el francés Alexandre Geniez, mientras Vincenzo Nibali intentaba resistir los ataques del veterano Chris Horner, quien acabó llevándose la victoria final en el espectacular alto del Anglirú.
En 2016 la vuelta apuesta de nuevo por llegar a Francia y a hacerlo en otra jornada pirenaica y de gran dureza, con salida desde Urdax-Dantxarinea y llegada en Aubisque-Gourette, tras superar tres altos de primera categoría, el de Inharpu, el de Soudet y Marie Blanque. Además, hay que tener en cuenta que es la décimo cuarta etapa, por tanto, será una jornada clave en el futuro de la ronda española.