MONTAÑISMO

La peruana Flor Cuenca busca mujeres para llevarlas a las cumbres más altas

La peruana Flor Cuenca busca mujeres para llevarlas a las cumbres más altas
La peruana Flor Cuenca busca mujeres para llevarlas a las cumbres más altas
Estadio DeportivoEstadio Deportivo 5 min lectura

Lima, 28 feb (EFE).- Flor Cuenca es una "hirkawarmi" (mujer de las montañas, en quechua), una escaladora nacida en una humilde familia de los Andes peruanos cuyo sueño es encontrar a más mujeres para subir juntas a las cumbres más altas del mundo, como las que ya coronó ella sin oxígeno adicional, un hito en el montañismo peruano.

Tras subir por sus propios medios y sin patrocinador alguno al Cho Oyu y al Manaslu, dos de los catorce picos que superan los 8.000 metros de altitud, Cuenca, de 41 años, contó en una entrevista a Efe que su objetivo es seguir conquistando las grandes cumbres del Himalaya al tiempo que incentiva el montañismo entre las mujeres.

Pregunta: ¿Con quién le gustaría formar este equipo de mujeres montañistas?

Respuesta: Hay nuevos talentos. De mi generación creo que ya no quieren escalar, pero hay jóvenes peruanas que están sobresaliendo como Malú Espinoza, una montañera de Huaraz, y Lixayda Vásquez, de Cusco. Aparte de subir a las montañas, me encantaría hacer cordadas con mujeres, no solo a los Himalayas, sino también a Argentina, Chile o México.

P: ¿Qué dificultades tuvo para subir al Cho Oyu (8.201 metros) y al Manaslu (8.156 metros), la sexta y octava cumbre más altas del mundo, respectivamente?

R: Las dificultades son económicas. Espero que alguna empresa se interese por nosotros porque de momento estoy todavía sola en este tipo de expediciones.

P: ¿Ninguna empresa mostró interés en sus proyectos?

R: Después de alcanzar la cumbre del Cho Oyu, pensé que algunas empresas me contactarían, porque antes había pedido el apoyo tanto en Perú como en Alemania, pero no ocurrió. Sin embargo, eso no me obstaculizó para continuar con mis planes e ir al Manaslu. Mi siguiente objetivo es el Broad Peak (8.047 metros) o el Gasherbrum II (8.035 metros) en junio o julio.

P: Una vez arriba, ¿qué es lo más complicado?

R: Las últimas horas son difíciles. Pasar los 8.000 metros de altitud es otro nivel. Falta bastante oxígeno y todo es lento: el movimiento, la respiración, la digestión... Felizmente yo me sentí bien y traté de comprobar que todo estaba bien en mi cuerpo.

P: ¿Cómo se aficionó a subir montañas?

R: Para mí es natural. Lo aprendí desde la niñez. Mis padres son campesinos y cuando yo nací en las montañas de Ancash (Perú), a 3.500 metros sobre el nivel del mar, ya tenía los pulmones grandes. Es una gran ventaja ser de altura. Nuestras ovejas estaban mil metros más arriba y yo tenía que subir allí en una o dos horas para que no se fueran a otro lado.

P: ¿Cuándo hizo su primera cumbre?

R: Nunca pensé en pisar un glaciar hasta que a los 13 años crucé la Cordillera Blanca y pensé que sería genial subir esas montañas, pero no pude hasta los 19 o 20 años, cuando subí al Pastoruri (5.240 metros de altitud), que entonces tenía bastante glaciar.

P: ¿Qué dice su familia de su pasión por las montañas?

R: Mi familia me apoya. Están muy orgullosos y felices de mí. Mis trece hermanos y mis amigos me han apoyado desde un principio. Siempre he ido en otra dirección a lo usual. Saben desde muy pequeña que he sido diferente. Escalaba en roca, sin que yo supiera entonces que eso era "boulder".

P: Antes de mudarse en 2008 con su esposo a Alemania fue guía turística de caminatas por la Cordillera Blanca, cuando en esa época apenas había mujeres en esa actividad. ¿Cómo fue esa experiencia?

R: Quería hacer lo que los chicos hacían porque me fascina caminar. Se me dio la oportunidad y estuve a prueba con un sueldo muy bajo porque nadie creía en mí. Luego llegué a trabajar como guía durante seis años y llegué al mismo nivel o hasta casi un poco más que ellos. Me especialicé en ornitología, costumbres andinas y folclor andino.

Fernando Gimeno

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