Quini, el futbolista bueno

Quini, el futbolista bueno
- Luis Villarejo
EFEEFE2 min lectura
El famoso golazo de Van Basten en la Eurocopa del 88 lo marcó mucho antes Quini con el Sporting al Rayo en Vallecas a pase de Mesa.
 
Quini fue un grande. Marcó goles de todos los colores. Ambidiestro, de cabeza, Quini dominó todas las suertes del delantero centro.
 
Fuera del campo fue un tipo ejemplar. Siendo yo estudiante de Periodismo y él una estrella le pedimos varios compañeros de la Facultad una entrevista entrando al hotel Mindanao en Madrid. Sin agenda previa. A las bravas.
 
Subió la maleta, bajó al hall y nos contó su vida en más de una hora. Un detalle inolvidable.
 
Sufrió la muerte de su hermano ahogado mientras ayudaba a salvar gente en el mar, sobrevivió a un secuestro, superó una maldita enfermedad y disfrutaba de nuevo en Gijón ahora su nueva vida como Embajador del club.
 
Fue delegado del Sporting. Recibía por ejemplo al Real Madrid en la puerta de los hoteles en nombre del Sporting con las entradas de cortesía en la mano. ¿Qué necesitáis?. Siempre en la puerta, esperando la llegada de los equipos. Un delegado de lujo. Hombre de fútbol. Categoría siempre.
 
En estos tiempos donde todo se mide y se monetiza, Quini era una leyenda, el branding del Sporting, su imagen de marca. Igual que en Nueva York las tiendas oficiales de los Yankees siguen vendiendo camisetas de Joe DiMaggio, Quini estará siempre en el corazón del Sporting, del FC Barcelona y de la selección española.
 
Como delegado iba sentado en la parte delantera del bus. Era el emblema del club. En Segunda, recorrió en bus los casi 1000 km que separaban Gijón de Cádiz. Tertulias interminables, novedosas, influyentes. De esas conversaciones, mano a mano en la primera fila, disfrutó Manolo Preciado. Gente distinta, que amaba su profesión y el fútbol de verdad, el de toda la vida. 
 
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