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La tensión acaba con la era Quique Sánchez Flores en el Espanyol

La tensión acaba con la era Quique Sánchez Flores en el Espanyol
La tensión acaba con la era Quique Sánchez Flores en el Espanyol
Estadio DeportivoEstadio Deportivo 4 min lectura

La destitución del entrenador, Quique Sánchez Flores, y del director deportivo del Espanyol, Jordi Lardín se precipita la noche del viernes, en gran parte, por la tensión que se vivía tras los últimos resultados y las declaraciones del técnico.

El entrenador, en sus ruedas de prensa más recientes, había firmado algunas frases que no sentaron bien ni al vestuario ni tampoco a los directivos. Por un lado, aseveró que el equipo quizá no daba para más y, por otro, confesó que en agosto ya auguraba una campaña complicada.

Las derrotas y las palabras de Quique fueron el detonante que aceleró los sucesos, pero la relación ya estaba desgastada. En enero, la posible marcha del entrenador al Stoke City inglés, equipo con el que se reunió para estudiar su llegada de forma inmediata, no sentó bien a la cúpula. Entonces, el incendio no fue a más.

La tensión era máxima y el Consejo de Administración decidió atajar de raíz el conflicto. Tras la derrota del Eibar, el miércoles, los dirigentes no eran partidarios de despedir al entrenador madrileño, al que restaba un año más de contrato y faltaba un mes para terminar la competición.

Aun así, el Consejo se replanteó su postura durante todo el jueves en distintas reuniones. El presidente Chen Yansheng, siempre al corriente, dio su visto bueno. Con estas marchas, el Espanyol pretende un nuevo impulso en estas últimas cinco jornadas, previo al gran cambio que debe suponer la 2018-19 a nivel de estabilidad.

Los dirigentes, según explican desde los despachos del RCDE Stadium, pretenden que estos cinco partidos que faltan sirvan para conectar de nuevo con la afición y alimenten la ilusión de cara al próximo curso. Además, recuerdan que una mejor clasificación supone mayores ingresos por el reparto de los derechos televisivos.

Quique Sánchez Flores, por su parte, tampoco estaba muy de acuerdo con algunas políticas de la entidad. El preparador llegó al club la temporada pasada. Era la gran apuesta de Chen para dirigir un equipo que, según se prometió desde la directiva, debía apuntar a Europa. El primer año fue octavo y en el segundo cayó en picado y ocupa la decimosexta posición, aunque sin estar acuciado por el descenso.

El madrileño vio cómo el proyecto se estancaba. La inversión del presidente fue enorme, unos 150 millones para sanear económicamente al club. Pero la inversión deportiva no evolucionó en consonancia. Quique reprochaba habitualmente que nadie en la entidad explicara claramente la realidad y los objetivos del equipo.

En cualquier caso, la continuidad de Quique Sánchez Flores al frente del Espanyol en la campaña 2018-19 era altamente improbable. Le restaba un año de contrato, pero era un secreto a voces que no lo iba a cumplir. El adiós de Jordi Lardín, con vínculo hasta 2020, sí fue más sorprendente.

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