La noche más esperada vivió otra plena jornada en un
Jueves Santo que arrancó temprano, entre los aplausos y vítores que tiñeron el silencioso regreso del
Cerro a su casa desde la Catedral.
Fue el preludio de una tarde que arrancaba bajo un sol de justicia, casi simultáneamente, en la calle Recaredo, con la salida de la Hermandad de
Los Negritos, y en la Fábrica de Tabacos, desde donde
Las Cigarreras emprendía su camino hacia un bullicioso centro, que disfrutaba con algunas de las cofradías más señeras al tiempo que aguardaba con ansias la esperada Madrugá.
La
Exaltación y
Montesión, sobre los pies, se sumaban poco después, mientras que ya de noche, la rectitud se hacía patente en la Anunciación con
El Valle y en la Magdalena con la
Quinta Angustia, cerrando
Pasión un radiante Jueves Santo, de recogida ya con nazarenos de la Macarena en la calle.
La
Madrugá fue plena, noche fría, con menos bullicio que de costumbre en las horas centrales pero en la que las seis cofradías han completado su estación de penitencia. El
Silencio fue el primero en pasar por Campana, poco después llegaba el
Gran Poder, con su túnica bordada que no lucía desde hacía ocho años.
La
Señor de la Sentencia aparecía escoltada por la Centuria romana para dar paso a la
Macarena. El
Calvario, la
Esperanza de
Triana y por último, los
Gitanos cuando ya el cielo empezaba a clarear.