50 ANIVERSARIO MÉXICO'68

Osuna-Santana-Samaranch: el triángulo de oro del 'no torneo' de tenis de 1968

Osuna-Santana-Samaranch: el triángulo de oro del 'no torneo' de tenis de 1968
Osuna-Santana-Samaranch: el triángulo de oro del 'no torneo' de tenis de 1968
Estadio DeportivoEstadio Deportivo 11 min lectura

Madrid, 15 abr (EFE).- Cuando México fue elegida en 1963 ciudad sede de los Juegos Olímpicos de 1968, un tenista local apodado 'el Pelón' acababa de ganar el Abierto de Estados Unidos y estaba considerado el primer jugador del mundo.

Uno de sus rivales, Manuel Santana, había triunfado en Roland Garros en 1961, tras salir de la nada que era entonces el deporte español y después de pasar la infancia como recogepelotas en un club de tenis de Madrid.

En esa misma época daba sus primeros pasos, firmes pasos, en la dirección deportiva internacional un compatriota de Santana llamado Juan Antonio Samaranch.

Esos tres vértices formaron hace ahora cincuenta años, en 1968, un triángulo ocasional que facilitó que los Juegos de México tuviesen inesperadamente un torneo de tenis de primera fila, pese a que esa disciplina no fuese por aquellos años deporte olímpico.

Los organizadores mexicanos querían presumir en sus Juegos de Rafael 'Pelón' Osuna y asegurarse una medalla. Pero necesitaban encontrar la fórmula para sortear el programa oficial y propusieron, y el COI lo aceptó, que el tenis fuese 'deporte de demostración': no computaría en el medallero general, pero tendría su cuota de protagonismo olímpico.

Los preparativos echaron a andar. El problema era garantizar que los mejores jugadores del mundo participasen en un torneo que ni siquiera era oficial.

Juan Antonio Samaranch, delegado nacional de Deportes en España, fue elegido en 1966 miembro del Comité Olímpico Internacional (COI). Aficionado desde siempre al tenis, a Samaranch le dolía que España, la España gris (también deportivamente) de los años sesenta, tuviera un brillante campeón de Roland Garros (1961 y 1964), del Abierto de Estados Unidos (1965) y del torneo de Wimbledon (1966) y no pudiese lucirlo en el escenario incomparable de unos Juegos.

El tenis había sido olímpico en la edición inaugural de 1896 y en las posteriores hasta 1924, pero desapareció luego del programa de los Juegos por desavenencias entre el COI y la Federación Internacional (ITF).

El dirigente barcelonés tuvo entonces una de aquellas ideas con las que se fue ganando entre la familia olímpica el prestigio que en 1980 le llevaría a la presidencia del COI: sería el propio Santana el encargado de organizar el torneo olímpico.

"Fue Samaranch el que me dijo: 'Manolo, este año el tenis no se va a jugar en los Juegos Olímpicos. Pero vamos a hacer un buen torneo 'preolímpico' y seguro que en la próxima selección de deportes conseguimos que lo admitan'", recordó Santana en conversación con Efe.

"Él me encargó que organizase el torneo, que invitase a los jugadores que hubiera que invitar y, obviamente, que yo jugase en individuales y en dobles", señaló el campeón.

Santana tiene claro, 50 años después, que el objetivo prioritario de Samaranch era "conseguir que el tenis entrase en el programa oficial de los Juegos". Y también rememora que "la gente del comité olímpico mexicano tenía bastante trabajo que hacer con los propios Juegos y requería un poco de ayuda para organizar un torneo de demostración".

"A mí", admitió, "me gustó muchísimo colaborar con ello y ser una pieza fundamental para que se hiciese realidad".

Santana elaboró una amplia lista de los jugadores que él pensaba que debían participar en ese ensayo de tenis olímpico.

"Hice una serie de llamadas. Al principio, los jugadores se quedaban un poco extrañados de que Santana fuera el encargado de organizar el torneo. Pero lo que yo quería era conseguir a los mejores, para que ello ayudase a la entrada del tenis en los Juegos", apunta quien fue, hasta la irrupción de Rafael Nadal, el mejor jugador de la historia del tenis español.

Entre los tenistas con los que contó Santana estuvo, naturalmente, Rafael Osuna.

El tenis mexicano no había contado ni contaría después con un jugador de la talla de Osuna. Nacido en 1938, como Santana, además de ganar el Abierto de Estados Unidos en 1963 se adjudicó en dobles dos veces Wimbledon y otra vez más el torneo estadounidense. Antes había sido futbolista y baloncestista. Un deportista nato.

El Guadalajara Country Club de la capital de Jalisco fue el escenario del torneo de tenis de demostración de los Juegos de México'68. Un club fundado en 1909 para reunir a "los miembros más prominentes de la sociedad, el cuerpo diplomático acreditado y los ciudadanos de las diferentes colonias extranjeras que radicaban en Jalisco", como explica la institución en su portal en internet.

"Un club precioso. La gente se volcó, nos trató de maravilla", subraya Santana.

"Todo era muy distinto, la comida, todo. No tenía nada que ver con lo que conocíamos. Pero los mexicanos fueron muy cariñosos con nosotros. Pudieron ver allí a los mejores jugadores amateurs del mundo y estaban felices por ello", destacó.

Sobre las pistas de arcilla del Guadalajara Country Club el público mexicano soñaba con asistir a una final entre el español Santana y el mexicano Osuna. Pero el cruce se adelantó a la cita definitiva y llegó una ronda antes de lo deseado, en semifinales.

La victoria fue para Santana, que dejó al jugador local fuera de la lucha por el título sin ceder ni una manga: 6-3, 6-4 y 6-3.

Ni siquiera pudo Osuna hacerse con el bronce, que fue para el estadounidense Herbert Fitzgibbon (6-4, 6-3 y 7-5).

Para su consuelo, el mexicano sí se impuso ante sus compatriotas, tanto en individual como en dobles, en otro torneo 'de exhibición' que se disputó en la capital mexicana y que tuvo menor entidad que el de 'demostración' que se desarrolló en Guadalajara. A falta de torneo oficial, los Juegos tuvieron dos, aunque los dos quedaran al margen del medallero.

Rafael Osuna tuvo un triste final, el peor, cuando apenas unos meses después de los Juegos, el 4 de junio de 1969, falleció en accidente de avión. La aeronave en la que viajaba a Monterrey se estrelló contra el Pico del Fraile. No hubo supervivientes entre los 79 pasajeros.

"Una desgracia", lamenta Santana. "Era un jugador que destacaba".

En la final de tenis disputada en Guadalajara, Santana se topó con su compañero y tocayo Manolo Orantes, once años más joven y que empezaba a posicionarse para tomar el relevo del tenis español. Ya había ganado una vez, en Madrid, a su ídolo, pero en la final olímpica la experiencia del maestro pudo con la ambición del alumno.

A cinco sets, como en los 'grandes', Santana venció por 2-6, 6-3, 3-6, 6-3 y 6-4 y se proclamó... ¿qué? ¿Campeón olímpico? "Sí, claro. ¿Cómo no?", responde el madrileño cuando se le pregunta si así se considera.

Aunque ese campeón, un ejemplo de humildad y cortesía, enseguida precisa: "No tuve ningún valor olímpico, pero sí tuve el honor de abrir las puertas a que el tenis fuera olímpico. Aunque el gran triunfador fue Juan Antonio Samaranch. Gracias a su apoyo lo pudimos hacer. Si no, hubiera sido imposible".

Se cuenta que Santana recibió por su victoria un cheque por una cantidad tan exigua que lo enmarcó y lo colgó de una pared de su casa, para diversión de sus invitados. Él no confirma la anécdota.

"Bueno, lo que es cierto es que era ridículo que los jugadores no ganaran nada, que no era justo. Afortunadamente, eso ha cambiado".

El tenis no llegó a ser deporte olímpico de pleno derecho hasta 1988, en Seúl. El checo Miroslav Mecir fue el primer campeón de esa nueva etapa.

Manolo Santana vivió el retorno oficial con alegría, pero también "con nostalgia por no haber podido jugar".

"Ya era mayor. Ahora soy mucho más joven", bromea a sus 79 años.

Sí celebra "que los jugadores poco a poco hayan ido entendiendo que ser campeón olímpico es tan bonito como ganar Roland Garros".

Entre los posteriores ganadores de la medalla olímpica de oro figura otro español, Rafael Nadal, que triunfó en los Juegos de Pekín 2008. Santana, que no pierde ocasión de alabar al jugador mallorquín, la aprovecha una vez más: "Lo de Rafa es de otro mundo".

Él también fue de otra pasta, aunque le dé reparo admitirlo. "Pero lo cierto es que puedo decir que contribuí a la gran fuerza que ha conseguido el tenis. Jugar contra los australianos y los americanos un españolito de a pie...".

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