La cercanía de la previa de la Europa League ha acortado considerablemente la pretemporada de un Sevilla que, para más inri, ha sufrido una veintena de cambios en su plantilla, entre fichajes y salidas. Pese a ello, ya pueden extraerse las primeras conclusiones de un equipo cuyo primer rival oficial, el débil Mladost Podgorica, relativiza la importancia del estado de acoplamiento actual del cuadro nervionense.
Ahora, Emery deberá meditar si apuesta por los mejores o por los que están mejor, algo muy distinto, sobre todo a estas alturas, cuando la condición física es tan dispar entre equipos que puede decidir partidos. Así, pese a que Vitolo y Reyes reúnen más galones, Jairo y Perotti -las continuas lesiones han llegado a desvirtuar nuestra percepción sobre sus excelentes cualidades-, e incluso Rabello, han aportado bastante más en una línea de 3/4 donde por ahora se confunde libertad con desorden. Y es que el Sevilla ha mostrado escasa profundidad si no se asocian Marin y Bacca -el colombiano es mucho más que un goleador: arrastra defensas y genera espacios, piensa y se mueve muy rápido, es preciso... Lo hace todo con sentido-. Echa en falta, sin duda, la jerarquía de Rakitic en posiciones más adelantadas, pues tan atrás no tiene libertad para arriesgar el pase (la pérdida ahí, peligrosa) y llegar a gol, sus puntos fuertes.
La posición del croata la condicionan las bajas de Medel y Kondogbia para la primera cita continental, algo que, unido a la escasa confianza que transmiten Maduro y Guarente, llevará también a Carriço a la zona ancha. Seguramente, en otra circunstancia el luso habría sido central el jueves, junto a Fazio (está enorme el argentino), ya que Pareja carece todavía del ritmo necesario para formar parte de la defensa adelantada que plantea Emery, la cual necesita coordinación, agresividad y velocidad. La llega del frágil Mladost, por suerte, aumenta la confianza.
Carlos Pérez2 min lectura