Beto

Primero fue una salmonelosis escondida en una tortilla, que seguro que era francesa. El viernes, Kakuta con un cólico renal sobrevenido. Ayer se confirmaba que la enésima de Beto es un esguince de rodilla que puede durar mes y medio. Si algún sevillista lo celebra no solo es cuestión de mal gusto, sino que además debería mirárselo. Lo cortés no quita lo valiente. El portugués ofrece dudas, pero de ahí a cargárselo emocionalmente en la clandestinidad de las redes sociales, resulta del todo inadmisible.

A Beto se le puede criticar, pero me niego a que se le pueda machacar. Beto trajo la tercera hace apenas 15 meses. Conquistó Turín desde los once metros, así que un poquito de por favor... Otra cosa es que Monchi tenga fe con fecha de caducidad en él. Y quizá vaya por delante de todos resistiéndose a la contratación de un portero que cortaría de raíz la trayectoria que se espera de los tres porteros que se han mimado en la ciudad deportiva Jose Ramón Cisneros Palacios. Rico es internacional, Soriano sólo tiene 18 años y Soria debe ser inscrito ahora para la Champions.

En cualquier caso, un debate menos en los próximos meses. Un meta precoz sabe que sólo se consolida en Primera si se dan una serie de carambolas como las lesiones de los más veteranos. Ahora el Sevilla mirará a su cantera, donde tiene calidad y cantidad. Así que estando los focos lejos de los tres palos, más vale ir exigiendo a los nuevos un rendimiento inmediato. Llega la Champions y sólo hay una cosas segura: habrá un guardameta de la casa en el maratón de 6 partidos en casi 20 días. De los cobardes nunca se ha escrito nada.