Opinión

El sillón de Pepe

Castro acumula casi dos décadas de experiencia. Ha sido consejero de casi todas las áreas, estuvo en los rotos y en los descosidos, nunca se le cayeron los anillos por remangarse. Es mérito suyo...

El sillón de Pepe
- Eduardo Gil
Eduardo GilEduardo Gil2 min lectura
Castro acumula casi dos décadas de experiencia. Ha sido consejero de casi todas las áreas, estuvo en los rotos y en los descosidos, nunca se le cayeron los anillos por remangarse. Es mérito suyo no haber cambiado la partitura para que todo siguiera funcionando. Si alguien recela del perfil bajo del presidente de las dos últimas Uefas, debe recordar que Castro aunque vende menos, habla con hechos. Pepe es cercano, menos gradilocuente pero igual de resolutivo. Inspiró hondo este verano cuando el cuerpo le pedía otra cosa tras el feo de Unai con el Nápoles. En lugar de echarle a los leones, le llenó de euros. Tiene a Cruz a un lado y a Monchi a otro. Uno lleva el club, al otro le deja hacer. Ha puesto toda la carne en el asador, el dinero en el campo en un año Champions y sobra para remodelar el Sánchez Pizjuán.

Apaciguó a los Biris, se plantó en Madrid y paró el cierre del estadio hasta el punto de conseguir que cada informe de la LFP de Tebas sea un contínuo piropo a la actitud de la entidad respecto a la violencia, verbal o no. La transición ha sido modélica, basada en el consenso y sin personalismos. Se han pagado facturas, operado con Promoesport, colocado a quien debía y otorgado cargos y visibilidad suficiente para no herir sensibilidades. Y hay quien cree que no es suficiente. Pepe tiene razón, no se merece que le muevan la silla. La inoportunidad del momento revela la ansiedad de los golpistas. Ya está tardando el entorno mediático en posicionarse en esta guerra de sevillistas contra sevillistas. ¿Otra vez?
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