Que el Betis no está para muchos trotes es algo evidente. Así que los que piensen que el equipo juega a algo más que a mantenerse en la categoría no son los de apuntar a la luna para alcanzar al pájaro, más bien son los de apuntarse a sí mismos con revólver de tambor repleto. Estoy a favor de la crítica. Eso hace que te exijas y consecuentemente te hace más fuerte, siempre y cuando el análisis sea constructivo, no una bomba de relojería en pleno Heliópolis que deshilvane todas las costuras de la camisola verdiblanca.
Parece ser propósito de algunos dinamitar la entidad con esas desavenencias que al aficionado de a pie, como somos la gran mayoría, cansan ya un poco y no hacen otra cosa que enturbiar el ambiente y desenmascarar intereses ocultos y algo oscuros. Vamos a echarla al suelo, vamos a pelear cada partido los tres puntos y vamos a defender lo que tenemos. Y si en enero hay oportunidad de apuntalar la plantilla y los técnicos lo creen necesario, adelante. Yo miro los números, que son los que importan, los que te suben o te bajan.
Que el Betis no sabe muy bien a lo que juega también resulta obvio, pero un dato objetivo que no puede escapar a nadie son los diecinueve puntos que tiene en su haber, y eso le da un aprobado momentáneo. Y aunque a algunos les pese, los principales culpables de ese cinco raspado, que a mí me sabe a gloria, son entrenador y director deportivo, ya que cumplirían el objetivo capital del club de acabar así la temporada.
Pero esto no acaba, no, ni siquiera hemos llegado a su hemisferio? Y hoy se sirve uno de los platos fuertes. Unos querrán que se sirva frío, a modo de venganza. Para otros el regusto que deja les es bastante más conocido.
El cordero y el lobo se vuelven a encontrar dos años después. La historia será distinta o el mismo cuento de siempre. El final gustará más a unos y a otros no tanto. El turrón más dulce o el más amargo. El derbi sevillano.
Hugo Salazar3 min lectura