El pasado dos de mayo descendía el Córdoba, humillado por los ocho goles que le hacía el Barcelona en el Arcángel. Una metáfora de la temporada más espantosa que puede realizar equipo alguno. Ya le vale al Chapi Ferrer, que lleva dos destituciones en apenas un año natural. Djukic intentó llevarse a alguno por delante, pero fue el presidente el que se lo cepilló antes a él. Todo para que José Antonio Romero se ´comiera´ semejante marrón amortajando al equipo. Hoy tras el descenso, Emilio Vega y Oltra se han permitido liderar la Segunda tras más de 40 años que no lo hacía el Córdoba. Y parece que Carlos González anda por fin tranquilo. Deben haberle recordado que para subir hay que estar calladito para salir más guapo en la foto del ascenso.
El presidente del Almería entiende que le han echado mal de ojo. Debe ser algo más que eso cuando la temporada pasada bajó tras cuatro entrenadores y ya ha fulminado a tres en esta. Ojalá no lo empeore. Sin duda fue una mala decisión mantener a Sergi tras el descenso, que se certificaba en la última jornada ante el Valencia. En año y medio un equipo de Primera que pasa a mirar de frente a la Segunda B. Francisco, Juan Ignacio Martínez, Joan Carrillo y él, hasta ahora siempre disponible, comodín de la llamada de Miguel Rivera. Alfonso García Gabarrón lleva razón, en Almería los entrenadores desaparecen últimamente como por arte de magia.
Eduardo Gil2 min lectura