Sobre la falta de intensidad

Las palabras de Emery en la rueda de prensa posterior al Granada-Sevilla sorprenden, al igual que extraña su estado tan estático y pensativo en el área técnica de Los Cármenes. Esa decepción deja a las claras el sentir de un míster que quizás estuviera pensando en su posible salida el verano anterior. Y es que, cuando un entrenador ve esa falta de intensidad en sus futbolistas, tiende a pensar que algo de su mando falla.

Estar en el banquillo del Sevilla implica saber que el club sufre la baja de algunos de sus futbolistas más importantes todos los años, porque su economía depende de alguna de estas ventas, pero eso no quita que el nivel deportivo de los jugadores que firma Monchi sea alto como para que al menos éstos muestren una intensidad mucho mayor a la vista el pasado domingo. Peñaranda y Success dejaron en evidencia la desorganización y la falta de trabajo de un equipo que, cuando tiene que llevar el dominio, sufre mucho con las contra rivales. Precisamente, en esa situación es donde mejor se ve desenvolverse al equipo de Nervión, dándole el balón al adversario para realizar una buena transición ofensiva. Ya hemos visto muchos partidos esta temporada en los que el Sevilla necesita recibir un golpe para reaccionar, para que intente de verdad doblegar a sus rivales, lo que lleva a la conclusión de que el equipo sale despistado. Además, cuando reacciona, logra dominar, pero sin la eficacia necesaria de cara a la portería rival.

Los equipos que sacan puntos en casa suelen ser equipos de capacidad y, los que los sacan lejos de su feudo, los equipos de trabajo, por lo que lo del Sevilla fuera de Nervión parece más una cuestión de falta de concentración que de ausencia de talento. En cualquier grupo la organización es indispensable, por lo que Emery tendrá que volver a centrar y motivar a sus jugadores de manera que se retome la intensidad y se alegre a una afición que merece un monumento dada su fidelidad, como se pudo comprobar también en Granada.