La no confianza

Es muy habitual en el fútbol contemporáneo la ausencia de confianza en los entrenadores. Una prueba de ello es la habitual llamada de los que mandan a los futbolistas para preguntarles por el técnico de turno, que en este caso era bético. Este hecho muestra a las claras que la fe que todo dirigente debería tener en su preparador no es tal, puesto que duda rápidamente de su capacidad para enderezar una situación complicada. Estas suspicacias provocan que los futbolistas puedan acabar decidiendo el futuro del que tendría que ser su líder... Si no, que se lo pregunten a Rafa Benítez y José Mourinho en el Real Madrid, o al luso en el Chelsea.

Dudo mucho que la marcha de Mel, aunque las declaraciones tras el partido fueran de apoyo al entrenador, no se haya producido porque gran parte del vestuario ya no confiaba en él.

Para que cualquier club funcione tiene que existir ´feeling´ entre dirigentes, entrenador y jugadores. De lo contrario, es posible que a corto plazo se puedan conseguir algunos resultados pero que, en un recorrido más largo, los objetivos no se cumplan. El corto plazo, eso sí, es la especialidad de un fútbol como el español en el que el tiempo es el único que muestra si se está o no en el camino correcto.

Seguramente, un mar de dudas asaltaron en la noche del domingo a la cúpula verdiblanca para determinar quién es el elegido como recambio de Mel. Tantas, que de momento se quedará Juan Merino en el cargo de manera provisional. ¿De manera provisional, o si consiguiera la machada de eliminar al Sevilla hoy seguiría hasta final de temporada en el cargo salvo catástrofe liguera?

Volveríamos, en ese difícil caso, al corto plazo. Complicada misión la de encontrar un líder capaz de instaurar la confianza de directivos y jugadores en un club en el que las decisiones a corto plazo abundan. No estaría mal que esas dudas lleven a una reflexión profunda para encontrar al técnico ideal. Las prisas son malas consejeras.