Trece meses de desgaste en el sillón

Los jugadores y el club ya tuvieron la decencia de pedir perdón, y, ahora, el que está pagando una penitencia muy dura hasta en su propia casa es el presidente Ollero. El hombre que aportó firmeza y estabilidad apostando por Mel soporta estos días todo tipo de presiones para que abandone el cargo. Ya no existe la administración judicial bajo la que fue nombrado, y, aunque le sustenta la candidatura ganadora por los dos vicepresidentes con mando en plaza, el consejo de consenso va camino de devorarse a si mismo. Otra vez.

Para el presidente son trece meses de profundo desgaste con el ascenso, el protocolo loperiano y Galera, lo que pide Oliver, hasta que tocó decirle cuatro cosas a Pepe a la cara antes de destituirlo. Resulta curioso que ni Mel ni Macià hayan rozado siquiera la disculpa por la fechoría deportiva perpetrada en el equipo. Al director deportivo aún le queda una última bala. Aunque detrás de Juande no parece existir un ‘plan B’ mínimamente ilusionante. Todo a una carta. O no. Si Merino ganara otros cuatro partidos de Liga, ¿quién se atrevería a devolverlo al filial?